EL DALÍ QUE YO CONOCI EN NUEVA YORK (de mi libro corresponsal
en Nueva York)
LOS BIGOTES DE DALÍ:
EPÍSTOLA A MONTSERRAT AGUER COORDINADORA DE UN RIDÍCULO CENTENARIO CON MUCHA
BUTIFARRA. ESPERPENTO CATALANISTA A BARRISCO Y MARCHAS FORZADAS. NOS CUENTAN
BATALLITAS. MEMORIA ACTIVA DEL DÍA QUE EL MAESTRO ME DIJO: “ESOS LA TIENEN MUY
LARGA”. UN CANTO A GERONA
No he de callar por más que
con el dedo
tocando ya los labios ya la
frente
Silencio avises o amenaces
miedo.
¿No ha de haber un spiritu
valiente?
¿Ha de sentirse siempre lo
que se dice?
¿Nunca sentir lo que se
siente?
Francisco de Quevedo
Por Antonio Parra
El mundo se ha convertido en
una busca barojiana, en una lucha por la vida. Con tal de hacer dinero, matan a
su padre y esto es lo que está ocurriendo con el centenario de Salvador Dalí.
Desde mi capacidad de periodista sin periódico pero renuente a vender mi pluma
y la cuchara yo protesto y yo acuso.
España vive las conmociones de un proceso
Dreyfus pero al revés con estas ansias de los bibliopolas de nada de darle la
vuelta a la tortilla, con tanta tercería como nos invade y nos solivianta. He
de decir que el centenario de Dalí se está convirtiendo en una chapuza. Y yo me
acuerdo del día en que el maestro me dijo con cierta envidia: “Esos la tienen más larga que usted y que
yo, Parra”
Aquí están las fotos para
demostrar lo de aquella fiesta gay en Nueva York que acabó como el rosario de
la aurora. Las idas y venidas con Gala merodeando. Oh aquella mujer tenía
maneras sibilinas de serpiente. Dalí nunca pudo desliarse del dogal de la
culebra. Ese fue uno de sus traumas y la pátina misteriosa que se conjura sobre
toda su pintura, que tiene bastante de pesadilla en la tramontana. Se dio
cuenta de que el mundo que había de venir era algo caótico y ese caos lo
traslada al lienzo Dalí, un Dalí español a machamartillo al que han secuestrado
los de Guggenheim hasta convertirlo en ideograma esperpéntico de un
secesionismo del que nunca quiso saber nada. Y para demostrarlo excarcelan los
excavadores de lo inane expedientes policiales y traen a colación un atestado
contra él por beodez una noche que se fue de juerga cuando mandaba el dictador
Primo de Rivera, aquel don Miguel el incomprendido amante del pueblo catalán
que nunca le negó el pan y la sal a la lengua de Verdaguer y además construyó
las carreteras que llevan a Cadaqués devastando mucha selva. Hablemos
castellano en la calle y catalán en casa
Lo que hay que ir pero ahí
están las fotos para demostrarlo. Dalí con sus melenas y sus gafas ahumadas, de
chaleco amarillo, saludando a un montón de gente y rodeado de mujeres guapas,
creo que eran chicas de tarifa recién llegadas de París. Las guías de bigote se
enroscaban como el apéndice caudal del gorrín de san Antón. Para demostrar su virilidad hay está el bastón
de caoba, aunque también fuera de palosanto, que yo en esas cosas no me meto
aunque la talla del ebanista era de corte superior. Son veinte instantáneas
tomadas al desgaire. La más impresionante es en la que aparece debajo de un
reloj de pared con la esfera de oro. Las manecillas en numeración romana del
cuadrante marcaban las siete y cuarto
a punto de dar, en una fría tarde del invierno neoyorquino año 77. Son
fotografías inéditas y casi robadas, lo que les vuelve más importantes.
A mí las cuentas no me
casan. El Dalí que yo conocí tiene que ver muy poco con el que han sacado de la
manga los amigos de Rovira, los muñidores del contubernio y los que han
accedido al poder pisando las cenizas aun humeantes de una hecatombe como la
del once de marzo. Urnas y cadáveres pero Dalí era apolítico. No queráis hacer
bandera y oriflama de vuestras reivindicaciones. El Dalí que ha salido de estos
tórculos con mucha moviola y trampa parece uno de aquellos fusilados en las
zanjas de Montjuich, oiga. ¿Qué hacemos con toda aquella caterva de muertos de
segunda fila? Es posible que sus nombres no estén en las listas de los
“paseados” en el Arxiù de Salamanca. A esto se llama darle vuelta al argumento.
Ustedes no juegan limpio. Desde este modesto ambón lo proclamo pero nunca
redactaré mi lista de agravios en catalán. ¿Quiere que se lo recuerde a ustedes
en el idioma del imperio, quiero decir el inglés? Pobre don Salvador se
revolvería en su tumba si se enterara de la judiada que le habéis hecho. Pero a
moro muerto gran lanzada.
Va de convites catalanes y
ya se sabe que los judíos no invitan a nada. Han vuelto a España con furias de
venganza y de paso trajeron gran orquesta de gentes, mientras nosotros nos
miramos el democrático ombligo y ellos hacen caja. Están afanandose en
simposio, centenarios, tiroliro al cocherito leré y festividades del “nunca
mais”, especialistas como son desde que mataron al zar de naciones patas arriba
y traen moros para que los minaretes de la prevaricación hagan sombra de
amenaza a nuestras torres santas. Quo vadis, Europa? ¿Adónde te llevan tus
felones, España? Yo protesto, señora Aiger, por habernos hecho la aguada y por
habernos vendido la burra mal capada. Ya sé que es la señora una furibunda
catalanista de Companys, catalana de nación y judía de raza, mas escuche el
rumor de la calle que esto no es Yugoslavia. Encima no me digas que te llamas
Montse si te has hecho judía. El viento se pierde por las esquinas y va
profiriendo frases de venganza. Hay rumores que dicen “judíos a enforçar” y el
espíritu de don Fernando y dña. Isabel, contra quien vosotros, gorrinos de
marrana raza, alzasteis la especie de que no se lavaba. El tufo de la insidia
es vuestro e id preparando el balde de las abstersiones, poned el agua del
mizwah a calentar que España siempre se os dio mal, cabrones. Dña. Isabel, flor
de la Castilla perfumada, olía a lirio del valle del Duratón. Mucha sangre de
inocentes sobre vuestras manos. Como la de Pedro Arbues, como Dominguillo del
Val como los del Niño de la Guardia o los estragos de la Catorcena. Seguid
borrando la memoria que algo quedará. Y ese testimonio caerá sobre vosotros.
¿No lo pedisteis a voz en grito en el Lithostros? Pues así se hará. Entretanto,
dispongámonos a la celebración de centenarios esperpénticos. El buen Dalí,
aquel señor de provincias que se movía por Nueva York como Pedro por su casa os
lo demande.
La primera referencia que yo tuve de los
bigotes de Dalí fue a través de un tío que tenía en Barcelona allá por los años
50. En cierta ocasión regresó por vacaciones a nuestro pueblo de Segovia a
estrenar un Renault Gordini, al que llamábamos ya por entonces, con el
transporte por carretera en mantillas, cuando la hiper saturación vial era una
entelequia y gracias a los pequeños utilitarios, pues no sólo de pan vive el
hombre, empezábamos a salir y pisar nuevos paisajes a punta de acelerador y
Franco no solamente definió su gestión política de ni un hogar español sin pan
y sin lumbre, sino que hasta nos motorizó, el auto de las viudas, y muchos
sueños de conquista social quedaron tirados en la cuneta. No corras mucho papá,
era lo que recomendaba la canción de Manolo. En el fondo eramos unos pioneros
cagüen la leche. Una generación de avanzadilla que venía pegando fuerte frente
a un mundo en lucha.
Entonces el Tío Ponciano,
que era expósito y al que mi abuelo Benjamín había sacado de la inclusa por el
torno, sin más papeles ni otros avales, y al que crió como un hijo más aunque
de raza gitana, nos hablaba de lo grande que era Barcelona y de lo genial que
era Dalí, a quien veíamos de tarde en tarde comparecer en las cámaras de NO-DO,
clavándonos con su mirada epatante y empuñando la contera de plata de un
bastón. Parra, ese la tiene más larga que usted y que yo:
-Pues que lo vamos a hacer,
don Salvador. En esta vida no todos podemos vivir en la plaza.
Lo de la garrota del maestro
de Port Lligat siempre lo he dicho tenía su lado onírico y la inspiración
milagrosa que rodaba cuesta abajo por las laderas de Príapo. Sombra y figura.
Aquel fue el mismo Dalí del franquismo progresista y evolucionando - marchando
una de calamares- al que yo conocí en carne mortal rompiendo el cristal de un
escaparate blindado que debía de valer una burrada en una tienda de la Quinta
Avenida, que listo y que bien iniciado estaba en los intríngulis de la
publicidad, era el Dalí verdadero y no este Dalí de cartón piedra que nos
presentan, bochornoso espectáculo, los revanchistas y oportunistas de la hora
undécima.
Parecese que al verdadero lo
quemaron en efigie en una de esas almenaras o pogromos aclarados de la verdad a
las que nos tienen acostumbrados los boy scouts de Polanco y los pedisecuos de
Ibarreche que es la leche o los de don Pedro Rovira con sus bigotes de morsa.
Han creado un país nuevo balcanizado; van a echar el cierre entregando la
nación al turco, porque este andamiaje lo ha montado un ser muy listo; de ángel
o de diablo para arriba, y qué poco me ayudaste, amor, me has dejado solo en la
estacada.
España se vende a plazos y con España en
venta, Cataluña correrá la misma suerte.
Eso es lo malo. En lo alto del trinquete han puesto una bandera nueva;
no la roja y gualda que él tanto amara sino las barras catalanas, también
amarillas y encarnadas porque Castilla y Cataluña deben su origen a un mismo
hecho: el castillo de los prevenidos en frontera. Nacieron ambas naciones como
condados de la marca hispánica. Son dos apéndices del imperio carolingio,
bastión de las cristiandades que evocan el paso de Roncesvalles y la Canción de
Roland. El objetivo que les hizo fuertes fue la lucha contra el Islam. Pero
llegaron los coribantes de la nueva diosa repartiendo leña, ahora os vais a
enterar, dijeron, os vamos a moler a palos.
-¿Con la garrota de Dalí?
-O con el as de bastos de
los cuadros de Picasso.
Las cendolillas de antaño
hoy son pubillas de juego floral y mucho cuidado con esa boca que os puede
perder, os vamos a acosar de machistas. Muchos se han subido a un guindo y
andan por sus ramas emboscados sumidos en la ataraxia doctrinal. No está el
manto de Magdalena para tafetanes, ni el alcacer para zampoñas. Las urnas
últimas tuvieron algo de actas funerales y trajeron cenizas de despojos de
cadáveres, una gran holocausto. No os conduzcan espejismos a la auto
complacencia engañifa. Todos estáis detenidos o manipulados y las mujeres
acometen como histéricas siendo el símbolo del invento la gran meretriz. Los
bibliótafos no regalan un libro ni aunque los aspen, y ahí está Reme,
contratada del catastro, mujer de militar, diciendo que ella no tiene la culpa
de que su marido sea un funcionario; la han puesto allí para que vigile la
parva. Los ministerios son un nido de espías y en las iglesias se predica sin sacramento. Hacen su agosto
luteranos. Hayáis mucha paciencia, chiquitos. No zurréis a la parienta.
No habrá nunca que pasar por
alto que a Carlomagno al que coronaron emperador en Aquisgrán una noche de
navidad en la catedral de Gerona un obispo que ahora no puedo recordar le
inscribió en el catálogo de los santos y en el recinto del cenobio de San
Daniel donde está uno de los patios medievales del gótico tardío más bellos con
su galería superpuesta de arcos trilobulados y columnas geminadas su imagen era
venerada, organizandose rogativas contra la plaga del agareno. No hay que
perder de vista que el moro Almanzor arrasó Barcelona el año 985. Ese dato se
os escapó, mentes olvidadizas pero se tiene que tener muy en cuenta para
colegir lo que ha de seguirse. Cimitarras hubo y cimitarras vendrán a la
Barceloneta y al barrio chino a cortar cabezas. Nos están vendiendo una burra
mal capada, por muy demócrata que sea esta pollina pero puede acabar, rebuzno
va rebuzno viene, sin saber por donde tirar, como la de Balaán. O, si me
aprietas un poco, igual que la mula Francis
Dalí amaba su patria chica
pero sin menoscabo de la grande. Como debe de ser. Por eso durante toda su vida
miraba con cierta prevención y cierto distanciamiento a los catalanistas a palo
seco. ¿Qué tendrá que ver, yo me digo, el culo con las témporas? Pues por lo
que se ve y por lo que han hecho y dieron los que le calaron la barretina de
refez, a contrapelo y hasta las orejas antes de morir, todo. Vamos que nos
están tratando estos catalinos como si nos chupáramos dedos. Creo sin embargo
que eso que dicen es mentira. Él tenía sólo dos amores que eran Gala y España.
Sus relaciones con el Pardo eran excelentes y el Caudillo le admiraba y hasta
se reía con sus extemporáneas salidas de tono, diciendo:
-Cosas de Salvador.
Pero ya digo: la tradición
pesa y el polvo de las alpargatas de los republicanos que partieron para el
exilio, prometiendo un turbulento regreso, derivó en polvareda, a lo que se ve.
Por doquier resucita el fantasma de los que partieron por Port Bou. Inventan
rollos y traen al diablo entre las piernas. Al diablo que yo vi dibujado en la
testa de una ménsula.
Era una mañana de Miércoles
Santo y el guía gerundense tercamente nos hablaba, empecinado, de lo buenos que
habían sido unos.
-Es porque los otros habrán
sido muy malos- repuse.
Nuestro guía se llamaba
Marcus y nos estaba haciendo la loa de los republicanos. De paso hablaba del
románico cuya cuna estuvo radicada en este bello rincón catalán. Era el arte de
los godos, la continuación proyectada del espíritu de Carlomagno.
¡Qué tendrá que ver el culo
con las témporas! Pues, por lo que se ve, por lo que han hecho y dicho,
calándole la barretina hasta las orejas, como cuando estaba próximo a su
muerte, mucho. Sin embargo, creo que él tenía sólo dos amores que eran Gala y
la pintura. Se sentía plenamente integrante de la escuela española. Por
oposición a Picasso a quien la lucha de los vencidos/vencedores a colocar en el
pedestal, un trono acaso supervalorado, y aun a riesgo de que nos llamen
herejes diremos que por encima de su cotización por los méritos, que hay mucho
oropel en estos trenes de la propaganda, escritores y artistas obra de la
publicidad, y lo más probable es que el arte del malagueño, sometido al
veredicto de la historia, no aguante el paso del tiempo. En mi adolescencia
enclaustrada me implé de García Lorca y del atrabiliario Machado. También ya
por entonces nos estaban dando gato por liebre y nos vendían la burra mal
capada.
La obra picassiana parece a veces cosa de
brujas y producto de un lanzamiento. Por el contrario, la daliniana no. Se lo
ha currado por sus propios méritos. Sin duda prevalecerá. Ahora sus cuadros se
venden mejor y están más cotizados que hace dos décadas.
Sus relaciones con el Pardo
eran excelentes. Franco le admiraba y hasta se reía delante de sus
extemporáneas salidas de tono que jaleaban todos los periódicos con un “cosas
de Dalí”. Aunque ya digo: la tradición pesa y el polvo de las alpargatas de los
republicanos que salieron de estampía, el puño cerrado, prometiendo un
virulento regreso, pesa todavía y el rencor fatídico ha vuelto a habitar entre
nosotros. Y si no, que se lo digan al nuevo director de Archivos y Bibliotecas,
don Rogelio Blanco, que quiere abrir las zanjas de los fusilados, sólo los de
un bando, y colocar los testimonios sobre la mesa. Por doquier se alza el
fantasma de los que salieron al exilio por Port Bou.
A esto es lo que podría
llamarse “una venganza catalana” en toda regla. Don Rogelio - el nombre le
cuadra- quiere abrir los libros de registro y pedir cuentas. ¿Cuándo acabarán
nuestras zozobras? Parece ser que nunca. Por el momento quiere devolver
Simancas a los masones. Regresan los espectros y estamos próximos a inaugurar
un nuevo aquelarre. Camuñas y sus aparecidos hacen antesala en los ministerios
y en las sillas de las mesas de juntas esperan sentados, ojalá caiga una
sinecura, y miran para el techo en espera de que aparezcan de un momento a otro
las brujas de Goya montadas en la escoba, entablando un aquelarre morrocotudo.
Uy la que se va a preparar aquí.
Ese fantasma del exilio yo
lo vi dibujado hace pocos días en la testa de un demonio cuya carota colgaba
del remate de una imposta cuando nuestro guía gerundense. Era la vera efigie
del odio y del rencor. Marcus nos dijo.
-Mirad hacia arriba.
Todos mirábamos para donde
nos dijo el guía. La carota histriónica de un enano nos enseñaba la lengua. Se
había disfrazado el Padre de la Mentira de la guisa de un diputado bien
repantigado y cobrando dietas por hablar mucho y no hacer nada. Trillo estaría
en la cámara de los Lores contandoles a los ingleses que nos devuelvan
Gibraltar. Se preparaba un cisco de manda huevos, aunque para cojones los
únicos que la lleva es la Albraight que acaba de pasar por esta corte camino de
la jubilación. No está arrepentida de haber mandando bombardear Belgrado una
noche santa. Lo malo es que ordenó al sinsubstancia y sietemesino de Javier
Solana, que era de aquellos rojos muy sui géneris con tal de que hubiera medro
y fue a besar a Felipe González, ósculo de Judas, cuando lo nombraron jefe de
los guardias de la OTAN, de entrada no, pero sí. El Solanilla le tuvo la
palmatoria a esta judía bragada y nada menos que paisana de Kafka mientras daba
la orden al Pentágono para que machacaran las cúpulas ortodoxas de la Ciudad
Blanca, mientras el papa polaco, su amigo y compañero de fatigas en el
contubernio, miraba para otro lado.
-¿A quién os recuerda?
-A Carrillo.
El guía me lanzó una mirada
jupiterina. Trágame tierra.
-Mucha imaginación le eche
usted.
-Es que los rojos nunca
tuvisteis sentido del humor.
-Claro por eso nos pintan
ustedes a don Santi con cuernos y con rabos. La maquinaria propagandística de
la derechosa es una apisonadora.
-Pues muy bueno no debería
de ser y que lo digan los fusilados de Paracuellos del Jarama.
En buena hora dije aquello.
Los ojos de Marcus me atravesaban puñaleros. El resto de los miembros de la
excursión, la gente no quiere problemas, reprobaba mi cachondeo y aquello podía
zanjarse en el ambiente melancólico en que se rodó “Soldados de Salamina”,
conmigo fusilado de nuevo en Paracuellos. Ciertamente, los revanchistas
carecéis del sentido del humor pero hubo un momento en que me vi objetivo de
una saca dispuesto a que hicieran lo que les saliera de los huevos de mí, y que
me tiraran a una zanja como hicieron con tantos y tantos pobrecillos durante la
guerra civil.
En aquel momento por el
cielo impoluto de Besalú cruzó una golondrina. Una “oreneta”. El de las patas
caprinas, alas de murciélago y rabo de león, se conoce que tiene miedo a este
pájaro sagrado. La golondrina estuvo en el Gólgota una tarde de Viernes Santo y le quitó con el pico las
espinas de cambronera que horadaron en tormento el cerco de su divina cabeza.
La golondrina me valió y se hizo el conjuro contra el diablejo que enseñaba los
cuernos desde la imposta. Verla el cabeza de mono y huir de debajo del
Tetramorfos fue todo uno yendo de remate a zambullirse sobre las aguas tersas
del río Fluvial. Lo vieron ahogarse los turistas al muy cabrón en uno de los
tajamares del puente ojival. Así reviente entre la chusma como el lagarto de
Jaén.
El diablo por Semana Santa
nada tiene que hacer, ni siquiera en Cataluña, una región demasiado importante
para dejarla en manos de los catalanes.
El Fluviá lamía los muros del monasterio de san Pedro y en sus aguas
puras se reflejaba el campanil solemne de la iglesia de Santa María. El raudal
de corrientes bravas pasaba aquel día por la localidad haciendo molino e
iluminando los contrafuertes del puente levadizo con irisaciones color plata.
Las orenetas seguían en lo alto agitando sus alas sobre los cielos medievales
de Besalú y se quedaban indiferentes ante los turistas igual que hace mil años no se paraban a contemplar
a las muchachas judías que salían del mikwah ritual saltando con los
pechos péndulos como en el “Collar de la Paloma”. La presencia de una aljama y
de una sinagoga dice a las claras que la ciudad debió de ser importante.
Por esta cornisa a muriente
penetró el cristianismo en la península ibérica. Aquí sentaron su sede los
primeros obispos los que siguieron a las predicaciones supuestamente ciertas
del Apóstol de los Gentiles, quien desembarcó por Ampurias, la vieja Emporion de los griegos. No hay que olvidar
que Jesús habló al mundo en griego y que esta lengua fue la primitiva de la
Iglesias. En Rosas atracó la barca de piedra y desde esta orilla zarpa,
asimismo, todo el gran lema jacobeo. Gerona es la provincia española con más
castillos, algunos de ellos sólo raigones y lienzos de muro ya testimonio de un
pasado glorioso y fundacional de la nación española, remiso a desaparecer. Es
una especie de Castilla la Gentil a orillas del Mediterráneo, laboriosa y
heroica. Un aire de misterio y de seny bañan a toda la ciudad. Sus castillos
nos llevan al arte románico, el más depurado y selecto, el que mejor conserva
las raíces bizantinas con su tosco abatimiento y su admirable expresividad.
Cataluña quiere decir castillo. Es el bajo vientre de la marca hispánica. Su
serenidad pensativa hace recordar a Carlomagno. Gerona por el emperador. Hasta
lo canonizó.
Si queremos tierra de
obispos estos hay que ir a buscarlos a La Bisbal. Ripoll es un pórtico de la
gloria sin maestro Mateo pero toda una historia sagrada escrita en piedra desde
su reconstrucción por Morgades, aquel obispo que le hizo la vida imposible a
mosén Cinto Verdaguer y que se dedicó a levantar, como un descosido, todas las
piedras santas que dejaron por tierra la francesada y la desamortización. En
los bajorrelieves de este monasterio, cuna de la catalanidad, se cifra y
compendia toda esa teratología del arte románico, ese hontanar de monstruos y
de santos que alza el alma humana sobre el pináculo de la perfección. El arte
de Dalí, con la depuración de sus pinceles, entallada en el símbolo didáctico,
como un tótem o un abraxas de la modernidad catalán y toda esa parafernalia de
claves de la sinrazón, es un corolario de ese románico catalán, íntimo y
sólido.
Lo visigótico en todos sus
primores lo plasman los sillares y los arcos de medio punto de San Pedro de
Rodas. El alfil y el albalá de todas estas venerables ermitas se abocinan sobre
los contornos típicos del taqueado jaqués y del opus spicatum de la
decoración de raspas de pescado que exornan el borde de sus ventanarios. Es una
especie de cutio místico que enseña en labores de piedra o predica al que no
sabe. A los rudos pecheros y labrantines de la alta edad media. Las toscas
figuras beben la ambrosía en la aliara de una estética tan profusa como
mística. El arte en vaso de belleza sólo lo potan los elegidos. La cuna del
arte románico nos habla del cuerno de la abundancia del simbolismo. Hay que ser
un iniciado para entenderlo.
Todos estos lugares-Tossa de
Mar, Cadeus, Lloret, Figueras- los llevamos en el corazón. Fueron los puntos de
destino de nuestras primeras salidas turísticas donde conocimos el amor. Lloret
me recuerda los ojos dulces, las lágrimas en aquel hotel, toda la vida por
delante. Ella ya no está pero juntos en
aquel viaje recorrimos la Costa Brava sobre las ruedas de un 600D y juntos
fuimos a buscar a Roger entre las remesas de turistas que empezaban a llegar en
grandes oleadas desde todos los rincones de la geografía de las Islas
Británicas. No se olvide que fueron los ingleses los que descubrieron la Costa
Brava y los que iniciaron el turismo en tiempos de Franco. ¡Ay aquella noche
nupcial en Lérida, destartalada y triunfal y oliendo al aroma del café con
malta que trajeron a mi casa los últimos refugiados de la guerra civil! Ibamos
camino de Bañolas a venerar a san Martirián, clemente y bondadoso que bendijera
nuestro connubio. Aquel verano llegó la hora del amor, el sentimiento más
fuerte que siempre estará en mí omnipresente.
Lloret había cambiado poco
desde aquel verano del 69 en que lo visité por vez primera. Las mismas
palmeras, el mismo ardor, la misma sed y el arco de ballesta de su playa bajo
la mirada militante de esas atalayas que aparecen y desaparecen a lo largo del
perfil de la marina y que eran torres vigía para alertar de la llegada de
piratas berberiscos. Cataluña se fraguó en la lucha en el Mediterráneo. Las oriflamas de Roger de Lauria nos hablan
de un tiempo en el cual hasta los mismos peces del mare nostrum llevaban barras
catalanas en sus escamas. “Blanquerna” es precisamente una novela bizantina que
escribió Raimundo Lulio mirando a las cúpulas doradas de Constantinopla.
Sus razzias desde Argelia y con otro nombre
más pacífico propiciadas por las organizaciones no gubernamentales que son los
nuevos funcionarios de un mundo sin fronteras continúan llegando. La calma del
Mediterráneo oculta una violencia latente.
Es la lucha por la vida y la reconquista del espacio vital. Lo absurdo
de esta época es que en plena globalización radical nos estén vendiendo ideas
románticas del siglo XIX, duerno en el que se abrevan algunos ilusos
trasnochados.
¿Qué fue de tanto frenesí?
En el 2004 he mirado a Cataluña con nostalgia manriqueña, suspirando por cuanto
perdimos en medio de tanto devaneo. Nos han quitado la honra. Todo el país en
poco menos de una generación ha dejado a Laura y a Beatriz y se ha ido de
putas. El símbolo de esta democracia es la gran meretriz. Hace treinta años fui
testigo en el paseo marítimo frente a la playa de Lloret de Mar de cómo un
turista francés medio loco se liaba a golpes con un guardia municipal que le
había puesto una multa. Hoy los mozos de escuadra están mucho mejor diseñados y
su plexo solar es más rotundo. Lo más probable es que le franchute no se
atrevería con estos espigados gendarmes que patrullan las calles catalanas.
Hemos ganado en algo pero seguimos siendo los mismos. Entonces España se estaba
abriendo a la libertad. A favor de las sombras y envueltos en el dosel de la
noche las parejas se siguen amando en el arenal dejando que las olas besen sus
pies hoy igual que entonces. El mundo no se acaba. Ya no hay tanto turista
nórdico. Los autóctonos están más envejecidos y las oleadas de recién llegados
transandinos y bereberes en un par de décadas habrán cambiado el arco
demográfico de estre pueblo tan suyo y tan pagado de sus tradiciones que muy
pronto estará repoblado por extranjeros.
Cataluña era aquella pensión
de Tarragona donde pernocté, tan vieja que tenía un no sé qué romano en cuya
cama estuve postrado tres días curandome de una insolación. Cuando en el 72
volví a visitar el Principado, ya sin acompañante, éste ya no era igual. En el
barrio antiguo soplaba la tramontana y la arena me atizó los ojos y el viento
terral se me subió a la cabeza. Yo amaba a esa Cataluña tierna y a la vez
impenetrable y al idioma catalán que es el que más escuché en mi infancia en
casa de la señora Antonia aquella mujer de Lérida que vino refugiada a Castilla
la vieja. Sí, yo amaba esta tierra acérrima en sus usos y en sus costumbres,
archivo de la cortesía y a la que el Sr. Rovira y sus pedisecuos están dando la
vuelta. Ha cambiado todo el planeamiento. Incluso, nos presentan a un Dalí que
nunca fue. Con todo, volveré algún día a la Garrotxa, antes de que me muera,
subiré al call y cruzaré la sobrepuerta siguiendo la ruta de los pasos perdidos
de un millón de muertos. Ya estamos en las mismas. El mensaje de los “Soldados
de Salamina” es el mismo que el de los “Cipreses creen en Dios”. Son textos al
servicio de una maquinaria propagandística. Siempre ganan los judíos. De poco
nos sirve a los amantes de la verdad que busquemos la objetividad y el
beneplácito. Su noción de la historia es muy apasionada. Lo que menos importa a estas alturas es la
verdad.
A Dalí lo han manipulado
como a un enano. Han colocado su cadaver en el testero, lo han subido a lomos
de un caballo, picaron espuela y dijeron arre sin curarse de nada más. Y que
gane igual que el Cid las batallas después de muerto. Están exhumando
testimonios. Los ladrones de epitafios se hicieron necrófilos y todos los días
de dios están encontrando nuevas fosas comunes.
-Andese con mucho cuidado
con esa tía. La mula es muy corrida de lomos y hay que cabalgarla a rebalgas.
-¿Qué cree? ¿Que no me di
cuenta?
Sin embargo, las golondrinas
han vuelto inexorables a su cita con los recuerdos y tienen un bello nombre en
catalán: orenetas. Aunque lo haya conocido por primera vez de labios de aquel
espolique de excursiones guiadas. De la misma forma que aquel payés en lo alto
de un puerto que nos detuvimos a descansar en un restaurante desde el que se
veía Barcelona - casi toda la Sexta Flota comía en aquel comedor - me dijo lo
que significaba “bosso”. Estaba dando de comer a unos cachorros cuando me lo
dijo. Y ambas palabras se juntan en la imaginación formando vértice para
hacerme un caño en el tiempo. Bajo el arco del triunfo y de los recuerdos. Yo
entonces era feliz. Amaba a una mujer. Hoy vivo sin amor y barruntando
lealtades y sospechas, un ser derrotado.
-Fuensanta, ¿por qué dices
yo no existo?
-Soy polvo.
A las funcionarias quedonas
las tendrá que aguantar su marido. No existe otra opción.
Las calles de Gerona hay que
subirlas casi de rodillas, imbuidos del sentido de reverencia y admiración
hacia una ciudad heroica que resistió
valiente a los mil y uno sitio. Es todo el orgullo de los entendidos en
poliorcética. ¿Cómo se organiza la resistencia de una ciudad? Hoy un mendigo
pide limosna en pleno barrio de La Forsa sentado a la entrada de la vieja
sinagoga. Es la viva representación de Jeremías. Deja que los turistas le hagan
alguna placa pero cobra medio euro por cada foto. La casa de la Pía Limosna,
buen gótico civil, trae a la memoria los muros y las paredes de la Casa de los
Picos de mi Segovia. Por aquí anduvo catalogando, exaltando y hablando de la
perfección estética del románico del Alto Aragón, otro paisano mío, el marqués
de Lozoya.
La condesa Enarsinda nos
sonríe desde lo alto de un torreón. Si cruzas a lo alto del fortín por detrás
de los adarves octogonales de la catedral podrás columbrar el idílico paisaje
del convento de san Daniel con sus torres cilíndricas y sus galerías góticas de
arcos trilobulados que ensalzan la perfección de la forma. Otra vez el octógono
de la beatitud nos lanza un reto desde los adarves de la iglesia de san Nicolás
y de san Pedro de Galligans. Los poetas definen a Gerona como el triunfo de la
piedra y el agua en las riberas del Río Oñar, que rinde homenaje al Ter en
compañía del Galligans. Tiene manera suaves de arco abocinado en capitel
románico.
Toda esa teratología del arte
daliniano explica el origen de alguien que nació a la sombra del gran
Tetramorfos o bajo los auspicios de la almendra mística del Pantócrator de
Ripoll. Él se propuso a su manera desjarretar al monstruo, el de la cabeza de
mono, cuerpo de arpía, cuernos de cabra, cola de león. Estos engendros deformes
de una mente muy dada a la exaltación pueblan su selecta y fantástica
iconografía de este pintor.
Pasamos por Breda y por
Viladrau, el pueblo de la botella de agua que aplaca nuestra sed de los veranos
y por allí columbranos las cimas siempre canas del Pirineo. Las crestas del
Canigó ya asustaban un poco al bueno de Gracián. Muy diferente el Ampurdán de
la sierra al de la marina; éste se atuvo a su concepción bucanera y exploradora
de la existencia. Era el que embarcaba en bergantines y palacras y se iba a
hacer las américas. Hay también un contraste entre la selva de pinos y de
maleza que circunda el interior y los bellos valles idílicos del Puigcerdá que
compendian el afán de los que añoran una existencia de paz bajo el lema de “et
in Arcadia ego”.
Las impostas decoradas de
los arcos de medio punto románico hablan de una riqueza material que viene de
antiguo pero lo material y lo espiritual se dan allí la mano. En Bañolas,
pongamos por caso, viven los más grandes millonarios de España, sin dar
demasiados cuartos al pregonero. En Cataluña, con mucha diferencia que en
Castilla, no suele hacerse demasiada ostentación de lo que uno tiene.
Pero, en definitiva, los
bigotes de Dalí se conjugan en mi memoria con las golondrinas del Ampurdán
aleteando en torno al nido pedigüeño de barro fundido con saliva o volando
rasantes sobre el alcacer de los prados recién cortados. Eran escarpias a mitad
de camino entre el rabo del cochinillo de san
Antón y la cruz procesional. Un deseo que se agita escondedero de
frustraciones adolescentes. De ellos estuvo enamorado García Lorca pero Dalí,
cuyo rumbo sexual marca el norte de lo epiceno o abstemio. Era demasiado
narcisista y se hartó de leer a Proust cuando le daba la gana en Ses Brises.
¿Que la tenía pequeña? Bueno pues concedido. Eso les pasa a muchos. A los
chinos por ejemplo que no la tienen muy grande pero juguetona. Ciertas
limitaciones de esta índole son las que hacen correr la pluma de los grandes
poetas y cargan de color las paletas de los mejores pintores. Tenerla grande o
pequeña no es más que un accidente. Nada
tiene que ver con la sustancia que es lo que importa. Además, como dicen los
británicos, you cant´win them all, y eso se lo dirá usted a todas. Dalí
la tenía pequeña. Pues vale. Su genio
era muy grande. Váyase lo uno por lo otro. A Porfirio Rovirosa tuvieron que
hacerle los carpinteros mejicanos un braguero de especial para que le cupieran
y luego padeció mucho de la próstata.
Sin tan traumáticas mermas
no se explica por qué el morabito de Port Lligat pintara tanto y tan bueno y es
la razón tal vez que subyace en el fondo de su manía de engatusarse los bigotes
haciendo que las guías apuntaran para arriba o se acaracolasen, según qué
humor, empalmados como un tablón, símbolo de una erección que no acababa de
rematar. Dime de lo que presumes y te diré algo de tus carencias. El síndrome
monorquídico hace estragos en una sociedad donde todo se cuantifica, se mida y
se pesa y existe un ábaco especial para la infamia y la vulgaridad, y un embudo
por donde la verdad y la belleza no pasan. Arrobas de avilantez, tele basura,
el tetamen de la Campos por cualquier rincón de España. Centímetros, y
pulgadas, varas de medir las suyas. El fantasma del bueno de Porfirio con la
regla y el espejo. Parecen colegialas, oye. Aquí lo importante es tenerla
grande y gorda y con lo otro, con la crija - es curioso se interpolan los
términos, y lo que debería ser masculino se dice en femenino y viceversa, para
figura retórica esa- qué hacemos. Burro grande ande o no ande, pero el coño
grande no se lleva pues ya el arcipreste lo ponía de manifiesto con su canto a
la mujer chica, que qué no tendrá ella que no tenga la grande. Pesos y medidas,
jerarquías, gálibos y controles. Utensilios y herramientas del amor. Petulancia
de herejes.
Es el trauma que nos han
contagiado los norteamericanos con su cultura de lo plenty y de lo full. Fill
me up, baby. Aquí el que no llora no mama de los pechos suculentos de la
Administración que ya hasta el islam va a estar subvencionado y a entrar en
nómina. Uno es de ideas fijas. A mí lo que más me enerva son unas tetas como
los de la gorda de Amacord. Allí sí que
estuvo prodigioso Fellini. Colmó la medida de lo plentifull y de lo beautiful.
Señor, nunca volveremos a encontrar una nodriza, un ama seca como esa. Hay que
ver lo prodigioso que fueron los años 40. El cuerno de la abundancia en todos
los sentidos. Secretos de alcoba de los cuales se conoce poco, materia
reservada para los especuladores del papel cuché con sus bizantinismos morbosos
y su constante labor de zapa del Zapatero ese que ha traído a los dinamiteros
asturianos a la universitaria Para que perforen los cimientos de Madrid otra
vez. Un tema - y ¡qué tema!- para llevarse a las teclas los columnistas a
sueldo del Big Brother y para que mojen su cálamo por las mañanas y por las
tardes se vayan de picos pardos a gastar la pasta con cantoneras reales o a
quemar los dineros en el bingo con Raúl del Pozo y Martín Prieto que acaba de
salir de una depresión. Ellos siempre
adulando al poder, o en la timba.
Vivimos en la cultura de la
queja y del cotilleo y por eso estos mishaps o precariedades de la
natura son cuestión de tanto monto. La canallesca del bulevar a costa de estas
cosas se montan muchos cirios y gana dinero a espuertas y tanto es así que ahí
tenéis al “Hormiga” el redactor jefe del “Hola” que es exportador de Vega
Sicilia. Nunca unas teclas y unas cámaras dieron para tanto.
Ya digo, en el centenario
que se conmemora, 12 de mayo, se han dicho y hecho bastantes tonterías. La peor
de todas: convertir a este recio ampurdanés con su perenne cachava como la de
Plá, siempre con su paquete de caldo de gallina los ojos esparcidos de
lejanías, en bastión del independentismo de montera picona y de señera calada.
Todos sabemos que no es verdad. Es un engendro de la mentira, producto de una
mentalidad diabólica. Las sinagogas de Satán esparcen entre nosotros el humo de
la confusión y de la venganza. Dalí era un españolado total. De los del tambor
del Bruch, sardana con butifarra y vino recio en su paladar. En él había un
falangista como el de aquella centuria catalana que dejó su piel en Brunete y
uno de los caídos creo que era pariente suyo. Así que, doña Montse, no me venga
usted con chorradas.
Los ejercicios de lacrado de
memoria nos llevan a esta improcedencias para meter miedo a un enano y por
culpa de los instigadores - en este país siempre los mismos- podemos acabar al
cabo de la calle. Por ese camino, con extorsiones de la verdad, ligaduras de
trompas y retortijones del Logos se camina hacia una guerra civil o a la
voladura de España por las manos inexpertas del Zapatero y su cuadrilla de
esclavas. Aquí se están contando muchas batallitas y cada cual narra la feria
según le fue en ella ocurriendo tergiversaciones a mansalvas. Mienten todos más
que la gaceta y aquí están estas fotos y la entrevista que me concedió Dalí a
mí que era el corresponsal en Nueva York de la Prensa del Movimiento. Y que no
he vendido la pluma ni entregué la cuchara ni me rindo, ni me vendo a los
judíos como ha hecho ese jerifalte del inmundo “Mundo” de Pedro Jota, el
rencoroso Felipe Maraña que ha rematado en Felipe Sahagún. Tampoco los tengo
miedo. Los diáconos estamos hechos para eso. Para cantar el Evangelio incluso a
aquellos que no nos quieran oír. Y si esto ocurre, ¿cuando apenas ha
transcurrido una generación, qué ocurrirá cuando haya décadas y siglos de por
medio y ante hechos más oscuros y de mayor lejanía? Los articuladores y
diseñadores de mitos harto trabajo están teniendo en esta hora triunfal.
Sencillamente, no hay derecho a convertir- los diseñadores de imagen son los
contrabandistas culturales modernos- en exponente rancio de una nacionalismo
trasnochado.
Constituye a ojos vista un
atropello a la verdad histórica de lo cual podríamos dejar constancia y ser
fedatarios todos aquellos que conocimos a Dalí en carne mortal. Ojo que la vida
da cien vueltas. Y los que parlamos con él y nos sentamos sobre un velador de
hotel neoyorquino cerca de un cubata y unas jarras de cerveza. Había un
orquesta pero allí un mexicano no paraba de pegar voces. Era un tipo
atrabiliario y estrepitoso que no podía ver al gachupín, que se desancla en
denuestos contra España cuando un
catalán muy español y de Figueras lo mandó callar.
-Haga usted el favor de
bajar el gallo y no nos grite que no estamos sordos.
-Viva Pancho Villa. Arriba
ánimas y el Guernica de Picasso. Abajo Dalí que es un fascista.
El tipo debía de tener un
colocón. Por poco sacamos las pistolas. Me hubiera gustado acallar con plomo a
aquel boceras pero bastó que le enseñase
los puños para que hiciera mutis por el foro semejante bocazas. Una pandilla de
remamahuevos nos estaban jodiendo la democracia. Ché ¡qué bueno que viniste!
-Yo no digo nada.
-Viva Dalí, maestro del
alma.
Pero entonces, los progres,
no se me olvida, pintamonas le llamaban y sus cuadros se vendían
malamente. El artista estaba en la ruina
y para colmo Gala con su cara de culebra rusa subiendo y bajando como una
esfinge por las galerías circunvaladas del Guggenheim. Los efebos eran su
perdición. Tratabas de hacerla un retrato y te mandaba a tomar por culo o te
pedía que en vez de foto te hicieras una gallarda. Era dicaz, procaz de gestos
y muy mal hablada.
Lo que ocurre ahora es que
Gerona, la ciudad de los sitios, ha vuelto por donde solía, enarbolando bandera
del no pasarán. Es la Cataluña más provinciana, la más heroica y encumbrada en
su propia altivez. Los chopos que describiera Gironella- otro que murió
arruinado- han vuelto a florecer. Mucho hay que subir hasta la catedral por las
tortuosas escalerillas de la judería. “Soldados de Salamina”, una novela
mediocre cortada de la pluma de uno de los grandes novelistas del Falangismo,
Federico Sánchez Mazas de quien Las inquietudes de Shanti Andía me gusta
mucho más ocupa todo el territorio. Mucho espacio es el que se le concede.
Putos rojos ¿Qué culpa tenemos nosotros de que perdieran la guerra después de
prender fuego a España y de que luego ganaran la paz? Porque nos pasamos la
jodida infancia metiendonos en la sesera los versos de García Lorca con el que
nos amariconamos un poco, y sentimos el tedio machadiano calándonos los huesos.
Alberti a todas horas. Y por si esto fuera poco las mil páginas de los Cipreses
creen en Dios. Una saturación de rogelios en el panorama discente. A los nacionales se los postergó desde un
primer momento. No hay que pasar por alto que la cultura castellana pronto pasó
a manos catalanas. Barcelona era la clave de todo cuanto se publicaba y los
judíos norteamericanos y los que recalaron huyendo de la peste nazi y que
recalaron en la Ciudad Condal con Janés y toda su tropa de traductores alemanes
- un hecho que hay que dar por sabido aunque lo hayan hablado muy pocos -
untaron a Lara, el antiguo legionario para que publicase todas las novelas que
le diera la gana.
Gracias a todos estos
trueques y artimañas los vencidos en la guerra vencieron en la paz y al revés.
Franco fue tal vez demasiado generoso con Cataluña. Ese hecho tampoco se nos
negará. Así que los que habiendo ganado la guerra luego perdimos la propaganda
nos llevamos las manos a la cabeza. Era sólo el afán de perdón y de
reconciliación el que guió a Franco en su altruismo- un altruismo que brilla
por su ausencia entre los instalados por el odio- en su magnanimidad para con
la otra España. Había que soldar helgaduras mentales y divisiones de corazón.
Este dato por lo visto no interesa a los muñidores de la Aviesa que es como
llamo yo a esta democracia. Vienen de tercería y se nos presentan con programas
y lemas que datan del mioceno o del oolítico. Los mismos discursos gastados,
las mismas proclamas, lo deja vu. Venga a soplar dentro del cuerno. Ese azófar
de Israel es una corneta apocalíptica terminada en cuernos que acarician las
barbas del rabino. A este paso nos van a quedar ya pocos Yom Kippur. He aquí
que resucitan los espectros. Las ratas oradoras se han subido a los cajones. En
el escabel del diablo, en los púlpitos de la Sienen sueltan discursos los
tribunos del nuevo orden ¡ay qué ver que forma de darle a la húmeda! Se está
sometiendo a la verdad de Xto a una perenne ordalía. Son los prohombres de la
cultura del refrito y fusilando a Goebbels los trujimanes - buen hebraísmo- han
comprobado que una mentira mil veces repetida en virtud de la gracia operante
del sacramento de la publicidad se convierte en una verdad. Es la jera y el
cutio de los comunicologos tan bien pagados del nuevo ministerio de la verdad,
del coro al caño, entre Plancus, an sones que se sigue riendo como un abad
mitrado desde su poltrona, la que le dejó en herencia don Juan, y pedr ojotas.
Lo hacen bien. Son de una obstinación admirable y para colmo vienen de Aragón.
No dan su brazo a torcer ni aunque les aspen estos hideputa. Aunque ya digo. No
hay que hacerles demasiado caso.
¿Es esto ético? ¿Es estético?
Yo me pregunto y nunca hay respuesta, jolines. La obra daliniana con resabios
de profecía teratológica del mundo que nos tocó vivir y que él anticipó desde
su paleta que cada día más se parece a la de Goya. Esto le acreditaría como el
segundo grande de la pintura española. Lo malo es que en el “Gran masturbador”
no hay una intencionalidad de coyuntura como le ocurrió al “Guernica”. Lo que
le sobra al malagueño de intencionalidad política le falta al ampurdanés. Dalí
no puede negar que empezó por lo naif. Se ha puesto en juego el lacrado de la
memoria y nos están tratando de vender por todos los medios la burra mal
capada. En esta hora occidua y equívoca, muy del gusto de los proclives al
gatuperio y a la maula y de los que confluyen y confutan pro domo sua la
libertad con el tocino, han conseguido poner a Cataluña también patas arriba.
Sin embargo, Cadaqués el otro día cuando fuimos de visita (hay que llegar a él
por cuestas y vericuetos, lomas y pinares y sierra áspera) nos acogió con su
serenidad y su hospitalidad de siempre. Vimos alzarse en uno de los montes que
lo clavan el radar de alerta aérea del ministerio de Defensa. Cualquier día se
plasma allí un sabotaje. Uno se empapa de Mediterráneo y descubre recónditas y
misteriosas calas. Es la tierra para reencontrarse con Ulises y con el amor.
Maldita política. Las barcas estaban dormidas y recién carenadas en el varadero
profundo y era muy hermoso fotografiar estas embarcaciones rudimentarias que se
descubren debajo del arco de un voladizo. La tierra de Dalí que da vista a las
montañas pirenaicas es la que cantó Verdaguer en excelsa rima catalana y
castellana y describió con acucia e intensidad de perspectiva el gran Pepe Plá.
Es tierra bella, recatada en su modestia de pubilla o moza catalana, que destila
calma, dulce abulia, amor de brasas, apegada al terruño. En ella se perciben
lejanos ecos de cánticos con toda esa carga de melancolía que tiene la sardana.
La Costa Brava a la cual descubrieron antes que yo los niños ingleses a los que
enseñaba castellano en Hull, las primeras vacaciones allende los acantilados de
Dover y Blackpool, paella y sangría, sir, very good, nice, donde se fue mi amor
que se hizo de la mujer que amaba, me recordó un cuento de Clarín que lleva por
título El diablo en Semana Santa. Yo me la recorrí de cabo a rabo con
los excursionistas de la Inserso. Cadaqués se acurrucaba en su cárcava. Allí
todavía hay procesiones y dormía en la bella concha de plata abrazada al mar
amante y amigo. La ebúrnea torre de la iglesia era una almena de vigilancia
para alertar de la llegada de los piratas berberiscos. Bajo su halda se
arrebujaban las casitas blancas de los pescadores. No se ven en Cataluña apenas
blasones ni portaladas. La mejor ejecutoria de nobleza es el esfuerzo. Buen
país, mesocrática región. El retablo barroco, como su poliantea recargada y que
los turistas pueden admirar desde una luna de cristal instalada en el cancel es
cosa muy de destacar.
Tendré que volver a Besalú
mitra de abades, puentes y castillos, la que observa al peregrino un poco con
la mirada del Padre Claret y reza en castellano dulces plegarias antiguas
llenas de amor divino. Tendré que bañarme alguna vez en el mikwah al lado del
río Fluvium - no puede haber rotundidad más latina de formas que en este país -
y salir listo y purificado para acometer una nueva era y bajaré hasta Olot, un
pueblo de levítica alzada, que nos mira desde las cuestas con ojos
perfunctorios de notario, de una gran carga literaria, donde se venera a un
cristo con la cruz a cuestas y manteo azul que es la viva serenidad digna del
Greco. Te entienden lo mismo si hablas en castellano que en catalán porque los
de Olot siempre fueron un poco poetas y el lenguaje de la poesía no admite
separatismos, es de envergadura universal.
Esta parte del mundo
recuerda un poco a Asturias. Las masías son algo entre medias entre la manor
house inglesa y la quintana y la alquería de nuestra España húmeda. No hay
minifundismo. Cataluña se gobierna por la tradición del “hereu” que también
define en sus novelas Bartolomé Soler. Marcos Villarí es un libro fuera de
serie. ¿Porqué lo han olvidado? Siendo como es un canto a la Cataluña
eterna. Pues, sencillamente, estos
catalanes son algo burros. Por haberlo escrito en el idioma de la competencia.
Nos echan del mundo, nos echan de las sinagogas, nos quitan las editoriales,
venden nuestros periódicos, tiran a la lumbre la lira con que, rapsodas
indomables, nos ganábamos el pan cantando baladas por los caminos. ¿Qué hacer?
¿Cómo combatir a estos herejes? Ni unos ni otros juegan limpio. Hacen encajes
de bolillos con la impostura, claro está.
Para un apasionado de la
literatura como soy yo la escuela de escritores catalanes hoy casi olvidados -
Plá, Tomás Salvador, el propio Soler, Vidal Cadellans - decir Barcelona es como
nombrar la Meca. Todos los chicos de mi generación juntábamos palabras y
emborronábamos papel, porque no en vano somos el resultado de una grafomanía
que no cesa, y hacíamos pinitos soñando con que algún día en la noche de Reyes
nuestro nombre fuera anunciado en la cena que se celebraba en el Hotel Rita.
Todos fuimos o quisimos ser aspirantes a ganar el premio Nadal. No se consumó
el sueño pero en esta vida no es lo importante llegar sino caminar y el reto y
el hito siguen ahí plantados. Por eso nos duele esta manipulación del santo
nombre de Cataluña, emporio de la publicación en castellano que renuncia al
legado de Cervantes. Eso será como un suicidio. Pero si creen que vamos a
romper la pluma o quemar los libros van listos. Cierto que Lara, ese andaluz
tan listo y tan vivo, recién llegado a la ciudad con las estrellas de teniente
legionario y casado con una barcelonesa de casa rica que vivía en la calle
Montanear, que ganó tanto dinero poniendo su editorial en manos de los hebreos,
está muerto y bien muerto, y su hijo engordó demasiado. Pese a Lara, sus
corifeos, pedisecuos y adivinos a lo Borras Beltriú, el ogro con cara de
inquisidor catalán, el genio de España resucitará. Lo van a tener muy crudo
esos insensatos si quieren terminar con el cristianismo. A mí me gustan más
Lluis Santamarina, Ignacio Agustí, Carlos Sentís, Bartolomé Soler, el gran Plá,
Sebastián Mariné aquel tarraconense que me enseñó todo el latín que sé,
Corominas o el P. Claret cuyos hijos me enseñaron a rezar y en cuyas escuelas
me formé. He cantado el “Virolay” y me emocioné en Montserrat en la celda donde
Iñaqui escribió sus ejercicios. ¡Viva la Murenetta!
Jorge Amado no sabe por
donde se anda. Derrama vitriolo retrospectivo en las páginas del inmundo Mundo
órgano de la archi sinagoga matritense, la que unta también a Gallardón y le
compra modelitos a la Espe para que luzca modas cañí y mueva mucho su culo
serrano - no tiene mal tipo pero siempre parece que mira columpiando la pupila
de minina entre legañas la señora marquesa- y su cara de lavado de gato por las
pasarelas y catastas de los Madriles de acogida para hacer de la megapolis un
babel al que se tiren en plancha los invasores poniendo en fuga a los
españoles. Gallardón es el felón que necesitamos. No puede negar su origen sefardí,
su abuelo firmaba las crónicas en los periódicos de Franco con un pseudónimo
del Rif y su padre fue ayudante y secretario de Serrano Suñer al que le hizo
cambiar la chaqueta, luego entró a formar parte de “Cuadernos para el dialogo”,
tanto pendulo marea, pero aquí empuñan la sartén por mango los tornadizos de
siempre, malahaya su estirpe maldita sea su estampa, creo que los gallardones
no son fruto de la encina sino que entraron en Tarifa por la puerta falsa,
habían salido todos ellos de la aljama de Tetúan y todos los sábados van a las
sinagoga arrastrando su tefilin, con esta gente se habrá cumplido la profecía
azañista de que España ha dejado de ser católica y como para muestra un botón
el Gallardón ha echado a las monjas de sus conventos del casco viejo, sus
padres los pegaron fuego, qué sé yo cuál será la peor fórmula. Ha declarado
Madrid ciudad abierta al odio y a la revancha, según el postulado de los
Internacionalistas; a los de las Brigadas los pararon los requetés en Brunete
pero ¿quién podrá parar a Gallardón? ¿Cómo resistir a este tío y con esas
ínfulas de acreditada marranía en su haber? Pronto no se podrá vivir aquí. Sus
calles serán territorio comanche, un prodigio multi étnico, crisol de razas.
Que se mueran los feos. Los castizos ya no moran en Lavapiés.
Pero siempre nos quedará
para volver Gerona; y volveremos a Gerona la escarpada, de numantina mirada
desojándose a sí misma perpetuamente en el espejo de las aguas del Oñar como la
vio Gironella. Levítica y romántica pero la sonrisa mefistofélica de Marcus
alzando el índice en ademán de desafío debajo de los boceles de la imposta
donde está el diablo rostro de mandril cola de león cuerpo de serpiente nos lo
impide. Ha llegado desconsolador el Interpuesto. Hizo su obra de separación y sonríe
desde el capitel con toda la malevolencia de que son capaces sus descargas. El
mal está en vena y los vengadores en racha. Marcus se carcajea como Zapatero en
su labor de zapa. Los compañeros de
Campanas resurrecto se enfundan la barretina como una carmañola. Tiempo de
sansculotes. Ya engrasan la guillotinas. El moro hace partes con Rusalca y la
ministra Calvo, gesto de desagravio a Boabdil, querindanga de Chaves, va a
devolverles Granada. Los del Arxiu piden papeles en Salamanca. Esta mañana he
rezado ante el Cristo de Dalí. Es el que más fervor me inspira, el que mejor
refleja la cosmogonía de la pasión. Sin embargo, volverán a perder. Está
escrito. Lo tienen todo: la banca, la propaganda, los periódicos, las
editoriales donde pone sus huevos la serpiente, los platós para que se contonee
la Campos, ellos la han elegido símbolo de esta democracia torcida, casposa,
hedionda de lupanar, sonrisa repelente de señorito de pelo engominado. Gerona,
la empecinadamente española, el oppidum de los latinos, lugar de tránsito hacia
la vía Apia, retaguardia con la intendencia de las legiones y donde se
guardaban las orzas de todo el aceite camino del embarque en las naves
onerarias por Emporio, defenderá su catalanidad a guantazos y a golpes de
alpargata. Queda en el aire romántico
que la envuelve algo del espíritu de los últimos de Filipinas. Se muestra
irreductible y en sus trece. De raza le viene el galgo. Benedicto XIII, antes
de ser elegido papa de Aviñón, fue deán de su cabildo catedral.
Gerona es el emblema de toda
resistencia. Gerona siempre resiste todo asedio, incluso el de las fuerzas que
pretenden liquidar a España. Desafió al agareno, plantó cara al francés de cuya
rapiña saben harto los catalanes de buena fe. Para que se curen en salud yo
recomendaría a Marcus y a sus pedisecuos, los que hacen la palinodia del
Asesino de Paracuellos, que lean a Galdós. Sus Episodios Nacionales son
el alma de Gerona. Al acercarse a los muros de su castillo se siente como un
latigazo de patriotismo porque a España se la puede amar también parlando
catalán. Volver a Gerona y ojalá que no me encuentre allí a mi amigo Massolies
un curita con muy mala leche amigo de Xirinach. El único. Los demás, buena gente
Todo arranca del scriptorium
de Ripoll. Nuestra vocación de escritores viene de que soñábamos con ser
amanuenses o transcriptores volcando palo seco y neumas en los cantorales y en
los códigos miniados. Si al mundo no lo caligrafías de antemano no existe. Esta Nuncupatio o prurito nominativo [el
nombre siempre antecede a la cosa y el vocablo al concepto] nos hizo grandes a
los soñadores. El futuro pertenece a los poetas que portan en todo tiempo el
fuego sagrado de la llama del saber. Se nos aparecerá alguna noche ese abad
Oliva, roturador de campos, la lira en una mano, la esteva y el azadón en la
otra, y nos dirá lo que tengamos que hacer:
-Canta y guarda silencio.
No olvidemos que el sile et
psalle era el lema de los benedictinos y el abad Oliva está también en el alma
de Cataluña. Y en Gerona se siente la presencia, soterrada, del general Álvarez
de Castro. A dios rogando y con el mazo dando. Somos mitad y mitad: monjes y
soldados. Toda esa grandeza se encierra en la ciudad de Dalí y del pobre
Gironella con su monumental prosa. Lo exprimieron, lo sacaron el jugo y lo arrojaron
de sí. Dijeron tuvo su época, éste para que lo queremos ya y es así como uno de
los autores que más dinero ganó en España logrando algo tan difícil por estos
pagos como es vivir de la literatura moriría en la pobreza. Pagó la culpa y
hasta eso no le fue perdonado: escribir en castellano. Dicen que de juez loco,
sentencia brava. Y eso es un poco lo que está pasando. Gironella en el foso del
olvido y un Dalí resurrecto y manipulado
y al que pintan como nunca fue. Pero aquí todos a callar. Bono ha hecho
conserjes a los que Franco nombró capitanes o les dio las dos estrellas de
teniente. Tampoco es para echar en saco
roto que fue precisamente Franco el que restauró la gran biblioteca de
Montserrat, aunque para su desgracia, traidores y corifeos de la felonía, desde
sus estrados partió el grito de rebelión:
-Volem bisbes catalans.
Para ustedes la perra gorda.
Pero no llevan razón. Aviso y el que avisa no es traidor. Y lo digo a sabiendas
de no tener caudal ni reputación, ni predicamento, ni una mala columna en un
periódico, pero, señora mía, se lo digo porque aunque lo haya perdido todo, no
he perdido la vergüenza. Arriba España y Visca Catalunya española. Oh banqueros
catalanes temed la sombra que se alza contra vosotros desde el sepulcro del Cid
y desde la tumba de los Reyes Católicos. No jueguen con fuego, madama Aiguer.
No involucren a don Salvador Dalí en esto. Yo fui testigo y doy testimonio de
que ustedes mienten.
Antonio Parra
29 de junio de 2004
San Pedro