SYLVESTER ABEND EN ALEMÁN
tarde de San Silvestre, último
papa el de las profecías y último día del año. Nos anochece mirando para los
relojes. Tempus fugit. Cronos dios
implacable la otra cara de las barbas saturninas el cancerbero de la laguna Estigia,
devora a sus hijos. Y aguarda Aqueronte para abrir la puerta en un remanso del
terrible río. es una emboscada. Los clementes dioses entonan cada noche cantos
epinicios. Acelera sus mecanismos de arena la clepsidra del tiempo y llega la
noche eternal.
Hoy noche de san silvestre de
2018 igual que San Silvestre 1992. La vida, que pende de un hilo el de Ariadna,
transcurre rápida como el maratón de la carrera pedestre Vallecana, es algo más que
una carrera de obstáculos.
El día primero de junio
enterramos a mi padre. Su recuerdo se agolpa en mi memoria entre la congoja y
la veneración. Ya está viendo desfilar al serafín que marcha de gastador tras
el Cabo Pieza de la Batería a arriar bandera al toque de oración. La muerte no
es el final, sólo un paso al frente, cara la eternidad. Compañía !A cuadrarse!.
¡Ar!
La plebe se deleita con las
saturnales de los días fastos que luego serán nefastos. Enm el desaforado
despelote de la Nochevieja.
Bajaron, mientras tanto, hace un
cuarto de siglo, los ángeles a la cabecera del moribundo al Gómez Ulla a reclinar
su cabeza sobre la almohada.
Así que al pasar la hoja del 31
de diciembre es como decir adiós a algo imperceptible, inasible, impredecible,
intocable como todo ente de razón pero que deja arrugas en la frente y alopecia
en el corazón. Hace 425 años murió Colón.
Va para un cuarto de siglo que dimos tierra en el camposanto de Fuentesoto a mi
progenitor. Yo guardo su memoria. Conservo su sable de soldado
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