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lunes, 24 de febrero de 2025

 

LA VERGA DE RASPUTIN Y SUS OJOS QUE ATRAVESABAN MUJERES

 






MI ENTREVISTA CON RASPUTIN SE ME APARECIÓ UNA NOCHE SU ESPECTRO CUANDO CANTABA EL AKATHISTOS

 El regreso de Rasputin

 

La noche del 11 de febrero de madrugada estaba yo leyendo un pasaje del Evangelio mientras escuchaba el canto del salterio que emiten por Internet los monjes de un lejano monasterio en Vologdá a través de la Red.

Suelo aprovechar la vigilia para escribir y leer cuando todo está en calma. El nocturno es un invitatorio a la reflexión.

De pronto percibo un ruido extraño como de campanas tocando a clamor. Mi celda se ilumina de una luz fogosa. Alzo los ojos del teclado de mi ordenador y veo detrás de mí asomándose por el montante que da al jardín de atrás a un hombre de rostro alargado unos ojos poderosísimos. Daba miedo mirarlos pues más que ojos parecían hierros candentes. Era como de mediana estatura los brazos muy largos y una mano carnosa como de campesino cabellera en desorden barbas apostólicas  partidas por una raya en medio. Vestía la clásica sotana de los popes rusos ( r i a s a) de mangas anchas. En su pecho lucía la  (p a n a g i a) o pectoral labrado en oro con una cruz inversa.

Sentí pavor porque el icono de  san Nicolás de Radonezh que protege mi aposento de pronto se apagó. La mirada intensa como si tratara de escudriñar el alma del que mira me hizo temblar. Era Gregorio Efimovich que regresaba del infierno entre carcajadas y estruendo de cadenas que venía a darme un mensaje. Se inició entonces un dialogo entre los dos.

YO: ¿Qué quieres de mí Padre Gregorio?

RASPUTIN: Que no escribas mal de mí. A todos aquellos que hablan mal de mí les ocurre una desgracia.

 

YO: Precisamente, estaba leyendo las memorias del príncipe, el que acabó con la vida del pope, Yusupov el miembro de la familia imperial que te envenenó mediando cianuro en tu copa. El veneno no te hizo efecto y hubo de llamar al gran duque y a un agente del servicio secreto inglés. Ellos te acribillaron a balazos sin poder acabar contigo. Arrojaron tu cadáver al Neva.

El atestado de la policía dice que la muerte te vino por ahogamiento y no por las heridas de los disparos. Todo muy extraño, casi increíble

RASPUTIN: Soy un siberiano fuerte. Mi padre era cuatrero. Domé caballos antes de entrar en el convento.

Se santiguó con la mano izquierda y me lanzó una mirada horrorosa. Yo vi al demonio en aquellos ojos. Eran los ojos que hipnotizaban a las coquetas de Petrogrado y a las mujeres de la alta sociedad.

 Mi sotabanco, humilde aposento, empezó a oler a azufre. Es el signo de la llegada del Malo.

 Sonaban sarcásticas risotadas de los demonios por el pasillo que da al almacén de la librería. Acto seguido Grigory se santiguó al revés. Hizo un garabato y continuó su plática

RASPUTIN: Yusupov el oficial de la guardia era marica y cornudo. Yo fui a su palacio porque quería presentarme a su mujer que era sobrina de la emperatriz. Caí en la trampa. Me tendieron una emboscada. El servicio secreto inglés espiaba mis reacciones al vino y al cianuro en el cuarto de atrás. Sí, el oficial de la guardia estaba enamorado de mí. Había oído hablar de mi descomunal verga de casi treinta centímetros. Quiso probarla como la probaron las encopetadas  damas de la corte imperial. Sucumbían a mis poderes mágicos. Es la fuerza de la naturaleza. Eros y Baco dominan la tierra.

YO: Eres un fauno. Por lo que veo en Internet quieren canonizarte algunas mujeres y ponen la aureola de confesor en tu cabeza. Esto me parece un sacrilegio.

RASPUTIN: No desbarres, diacono. Aun quedan muchas discípulas mías. Son reliquias de mi secta de los "x i l i a c h i " (saltarines) bailábamos en torno a una hoguera y luego copulábamos con las monjas. Estas danzas supusieron para mí las heridas que llevo en la cabeza porque la compañera Gusseva la que   mi compañera en Prokoskovie la aldea siberiana donde nací quiso asesinarme por haberla abandonado y liarme con una monja llamada Heliodora (me mostró la cicatriz aun luminosa a través de la luz del alba que iluminaba la celda)

YO: tú eras un yurodivi, un peregrino ruso, un aventurero del mal, cínico e hipócrita que te hacías pasar por santo y eras un sátiro.

RASPUTIN: tengo poderes mágicos. Puedo demostrarlo. Mira mis manos (me mostró sus enormes manazas de muyik) estas manos curaron al zarevich y acariciaron los senos alemanes de la emperatriz Alexandra Fiodorovna o Alice von Hessen

YO: Vade retro. Calumniador y blasfemo.

Al decir esto apreté el rosario que siempre llevo conmigo junto a mi pecho. Una estruendosa carcajada se esparció por el jardín central despertando  vecinos que se disponían para comenzar su jornada laboral. Escuché el ruido de las persianas que se alzaban. Esta blasfemia era la mayor barbaridad que había escuchado en mucho tiempo. El zar Nicolás II era el mejor padre de familia, el hombre más casto y mejor de la dinastía Romanov y aquel espectro diabólico se reía de los  ríos de sangre de su profanación angustiosa que costaría ─ya lo profetizó Fedor Dostoyevski─ con los estertores de la revolución y las dos guerras mundiales que supondrían a la patria millones de cadáveres.

RASPUTIN: El zar era casto, bueno, un gran tipo pero un ser sin voluntad. Estaba dominado por su mujer, diácono.

YO: ¿Por qué me llamas diácono?

RAPUTIN: sé que lo eres.

YO: Soy un diácono de la literatura. quizás esté luchando contra molinos de viento pero en proseguir mi demanda soy feliz.

RASPUTÍN: Andarse con cuidado. Mis adoratrices te tienen fichado.

YO: ¿Es una amenaza? No me importa ser mártir. De algo hay que morir. Dime cómo llegaste a la corte tú que eras un fraile giróvago que recorrías las aldeas engañando a los campesinos y acostándote con sus mujeres.

RASPUTIN Con la carta de recomendación de un obispo al que curé de un cáncer. Fui el mandamás en Tsarkoe Selo. Yo nombraba y destituía ministros.

YO: ¿Quién estaba detrás?

RASPUTIN: el káiser y su tropa de judíos alemanes. Dineros judaicos suizos financiaron la revolución. Y por supuesto las mujeres que traen hijos al mundo  con su debilidad paren catástrofes. Ellas son el arma con que Rusia de nuevo será derribada, mira todas las putas que se asoman a las paginas de Internet y enseñan sus muslos, sus tetas y sus coños. La mayor parte son jóvenes rusas. viejas las hay también. Le sirven de arma arrojadiza al sionismo. Trajeron el odio y la disgregación.

Por primera vez el monje giróvago creo que estaba diciendo la verdad. Yo alcé el crucifijo adjunto a la pantalla de mi ordenador lo alcé miré a los ojos terribles de Grigory, hizo una mueca tan espantosa que soy incapaz de describirla y desapareció entre ruido de cadenas.

Seguía oliendo a azufre en mi habitación. Conque dije "no izwavi nas ot lykavago = sed libéranos a malo". Señor, libradnos del mal y no nos dejes caer en tentación. El diablo es poderoso como nunca. Siembra alianzas y compinches por doquier pero nunca podrá contra la fuerza del Señor Jesucristo nuestro Dios.

jueves, 20 de febrero de 2025

 

VICTIMA DE LA TRATA DE BLANCAS

 

TRISTE ESTÁ LA BELLA ESTRELLA

 

VERSOS Y LLANTO POR UNA DIOSA RUSA


 






Mujer misteriosa orillas del viento
fugaz e inaprensible mariposa
aleteando incolume
vestal de otros días
cesárea
rosa
diosa vulnerable
a los engaños
y lujuriosos pactos
seducida
por ese salaz Raja se llama
midas norteamericano
de malditos libidinosos
aunque te mantienes pura
como el agua y la nieve
de Siberia
cosas que no comprendo
enigmas de una diosa
culto a Venus
y al culminante Príapo
hoy mi llanto se derrama
por ti
débil y alocada muchacha
que desconoces los peligros
de las esquinas
en que ponen el culo
las ninfas del cantón
que soy yo limpio de corazón
y del mundo me atribulan
cosas espantosas
vuelve a la patria
y que te guíe la Estrella del Norte
Sibir... sibir en la lejanía
Alfaqueque ser quisiera de tí
y de tu salvación
pagaría mil rescates
en el nombre del Señor


 y  ser libertador
de las ergástulas
esas cuevas y salas del pecado
en que yaces
que degradan tu honra de mujer
esclava de la lascivia
do el sexo te llevó
por malos pasos
mira a la estrella del norte
Vuelve a Rusia
sin tú saberlo te condenaron a galeras
esos infames rufianes
rabadanes de la Trata
Que inmisericordes
te engañaron
y sacaron de tu país
y ahora sufres los rebenques y escupitajos
de despiadados cómitres
amarrada al duro banco de tu mansarda
bogar y bogar, follar y follar 
para que ellos se enriquezcan
muy triste te vi anoche
condenada a galeras
ese barco que abordaste
será la singladura de tu destrucción
Mas pido a Dios 
Que te guie tu buena estrella
Zvezdá, lucero del norte.
Domoi... domoi
Vuelve a casa
mujer bella

lunes, 10 de febrero de 2025

 LITERATURA FRANCESA

 

Ah que je vous aime

sur les trotoires

de Paris

La palabra más bella

Cést poubelle

Y yo añoro la neige d´´autrefois

Et les chansons

Du temps perdu

Aznavour, Becaud, Francois Hardy

Tous les garcons et les filles de mon age…

Ay aquellos textos que yo aprendí

Y aquellos nombres que yo olvidé

Eran deleite

Verbal e mis sentidos

Quan elles bavardaint

Je vous suplie madam

Con ese slang cantarin parisino

Escuchar las madrugadas

Dans le metró

Aquel grito de Paris s´eveille

Et j´ai pas somneil

Villon, Fenelon, les fablieux, Boileau

Con sus tres unidades

Gargantua y Pantagruel

Los frailes glotones de Rabelais

Los ensayos de Montaigne

Me perdí en las encrucijadas sabiohondas de Sartre

Cuando leía la Putaine respetuosse

Pasé por

Las horcas caudinas de Voltaire

Fui un estoico y un epicúreo

A la vez

Celine me abrió los ojos

Y me hizo aprender

Tuve en mis manos las Cartas de mi Molino

Las novelas católicas de Mauriac

Los mitos imposibles de Cocteau

Un efebo a mis pies

La anglofilia Rothschild de Maurois

Las seducciones de la Sagan

Las adicciones de Baudelaire  y los romances de Zola

Y las canciones de Silvie Vartan

Muñequitas de cera

Voy con Proust a la recherche du temps pèrdu

Un tiempo que no volverá

Yo era joven y feliz

Que un día de verano

Llegó con su macuto al hombro

A la estación de Austerlitz

Concebía la vida como un cantar

De gesta

Pero los diablos escondidos

En el jardín

Me hicieron desistir

De tal empeño

Han ganado los americanos

Y condenaron a Celine a la banlieu infernal del escupitajo

Ah Paris mon vieux

La cité lumiere

Que me deslumbró

La vie en rose

La vie en prose

Yo era un pobre soñador

Tengan piedad de mí

 

10/02/2025

 

 

viernes, 7 de febrero de 2025

 

BIG POPPING EYES (OJOS SALTONES) EN EL PACTO DE TOLEDO. Se nos hizo de noche y vimos al Hombre del Saco al cruzar el Tajo  y allá por el puente de Alcántara se nos cruzó el Ojo Saltones un judío que no sabe pronunciar las erres y habla de garganta. Tercera autoridad en estas mansardas. Se me vino a las mentes la mera efigie de don Opas que iba pregonando calles arriba hasta entrar en la misma plaza de Zocodover paso a la Inquisición. Me subieron en un asnillo y cabalgando cara atrás cubierto el rostro con una coroza cual reo del Santo Oficio y como los penitentes capuchones que van detrás del paso en Viernes Santo.

Dos alguaciles infames y mal encarados cutían mis espaldas con golpes de rebenque. Yo maldecía mi suerte y me acordaba de la madre que me parió. Desdichada hora en la hora que nací. ¿Qué mal fice? Preguntaba yo a mis esbirros y ellos en vez de contestar descargaban más fustazos sobre mi cuerpo dolorido. Quieto ahí tú, mostagán, que yo te vamos a enseñar a comportarte, tente derecho y no retruques.

Pues vaya-dije yo- pero que mal hice, y al fin uno de los corchetes leyó sentencia y dijo que iba al palo por pensar por mi cuenta.

 ¿Es que escribir es un delito? Sí lo es. Un diacono muy alto y con cara de sátiro al que yo había visto merodear por los puticlubs de la región e iba a rumanas los sábados noche farfulló un responso en inglés. Ya no cantaban en latín sino inglés, la nueva lingua franca, los nuevos inquisidores. No se dirigían a la Virgen tiernas plegarias. En lugar de eso invocaban a la Democracia y el nombre de Jesucristo había desaparecido de los anales para dar paso al dios del Consenso.

Los obispos y hasta el Papa proclamaron que de allí en adelante sólo había que creer en el Holocausto, como única verdad, aserto e incontrovertible. Todo lo demás eran leyendas, mitos, consejas evangélicas de las que cuentan las viejas al amor del fuego.

 La cosa me parecía increíble pues se me hacía duro pensar que con tanta fuerza hubiera calado en el corazón de las gentes la más recia y horrible de la apostasía pero reparé en el hecho de que estaba en la provincia del Bolo (Tolrfo), la tierra de los grandes tornadizos y de los conversos. Habían vuelto los rabinos y estos llamaron a los ulemas y en los burdeles los malandrines y los macarras ponían a sus coimas mirando para Toledo, la Jerusalén del Oeste, la nueva Meca de los pactos y los consensos.

 En la resurrección no creía ninguno y como no había vida eterna los directores espirituales aconsejaban a sus confesadas y a sus pupilos que lo único que importa es lo de acá abajo. Que se olvidaran de que eran polvo y de las palabras del cura los miércoles de ceniza. Había que hacer más caso al Jueves de Comadres y vivir como si fuese todo el tiempo Martes Lardero. El Lunes Corvillo para después. Toda nuestra vida es carnaval, chaval. Y danos y danos. A ti sí que te voy yo a dar. Lo importante es lo de acá abajo.

 De lo que haya allí nada sabemos. Lo cual que lo mejor cuadra es la regla de los babilonios: comamos y bebamos que mañana moriremos. Muy democráticamente por supuesto. La muerte es el gran rodillo democrático les recordaba yo a mis verdugos aquel Jueves de Comadres durante mi pesadilla. La víspera había sido Miércoles de Ceniza, la antevíspera Martes Lardero que sigue al Lunes Corvillo. Popping Eyes no dejaba de mirarme. Una pena que tuviera las manos atadas y no pudiera agarrar un morrillo y esputárselo en la calva a aquel infame el que consumó la gran felonía el que cerró las puertas de las catedrales y devolvió la llave a los nuevos invasores para que instaurasen allí sus lugares de rezo mayormente mezquitas y sinagogas cuando no logias donde organizar sus tenidas y conventículos. Traté de beberme mis furias mientras cabalgaba en aquel burro prieto que trotaba por la cuesta entre las miradas airadas de la chusma que decían cosas muy feas. Acerté a ver entre las turbas a una señora que dicen la presidenta y se ella se dice a sí mismo Omnipresencia porque está en todos los saraos y conmemoraciones chupando cámara que tú no veas. Muy finolis y repeinada pero con una lengua como un carretero. Muevan ustedes el culo, hijos de la gran puta. Tenía mucho cabreo porque quiso ser reina y no lo es hasta la fecha. Era una mujer muy deslenguada pero bien calzada de coturnos y vestida a la última porque encarga sus atuendos a Paris y es toda ella una marca pero Dios mío qué lengua tenía la señora. Ella me puso de hijoputa para arriba.

 No salía de mi asombro pero un cirineo que se ofreció para aliviar mis suplicios y me tenía al burro del ramal, un alma de dios, un buen samaritano me dijo no se asuste su señoría ahora todas las hijas de familia hablan así hoy por hoy máxime las que otrora fueron chicas de derechas. Y mira que fueron educadas con monjas y toda su vida fueron muy pijas pero sacaron los pies de las alforjas y juran beben y fornican peor que zapateros. Para mi desesperanza la presidenta era la que con más vigor decía crucificadle, crucifícale. Lo que exaltó a la multitud y llovieron sobre mi rostro toda suerte de injurias, un par de cantazos y algún que otro gargajo. Échale pan que mañana pía.

Y no se lo tenga en cuenta vuestra merced dijo mi cirineo que también subía el hombre compungido por las pinas y estrechas callejas de la ciudad de Carlos Quinto pero en la fachada del alcázar ya no había águila bicéfala. En san Juan de los Reyes arrancaron las cadenas de las Navas, de las Navas de Tolosa, y se las devolvieron al rey de Marruecos echando por tierra el lábaro y enseña de la unidad de los reyes católicos, el tanto monta, monta tanto Isabel como Fernando, nuestro emblema de la unidad nacional.

 La saña deletérea y la clastomanía irreductible de los tornadizos y pedisécuos del Ojos Saltones encontraron su paroxismo en el furor con que echaron debajo de los frontispicios de tan histórico lugar el yugo y las flechas. Se dijo de ahora en adelante ni yugos ni flechas ni leches porque no sé para qué queremos los españoles el yugo de la labor si aquí nadie pega golpe ni flechas  del poderío pues andamos nostálgicos e indefensos con el culo al aire mandando a nuestros soldados a hacer la guerra con besos en lugar de cañonazos. Café para todos.

 Se desuncieron las Españas en una amalgama de taifas, autonomías golfas y trinconas donde toda corrupción y prevaricación tuvo asiento, y de cantones y la patria es ya indefensa y sin ejército hasta tal punto que ésta se convirtió en una casa del tócame roque con sucesos tan lamentables como el de los paracaidistas ingleses de maniobras que entraban borrachos en una taberna de Cádiz  o en Lanzarote y se liaban a golpes con los pobres españolitos. Los soldados de Su Graciosa Majestad apaleaban a los jueces y sodomizaban impunemente a los números de la Benemérita que iban a detenerlos sin que el gobierno de Madrid osara protestar porque los del FO eran los amos y aquí ya todos hablamos inglés, tomamos el té de las cinco y entonamos el dios salve a la reina, al menos es lo que señalan los poderes fácticos y toda esa tomiza de anglocabrones americanoides desnaturalizados que han renunciado a su historia y a su lengua como el Big Popping Eyes (Ojos Saltones). Átame esa mosca por el rabo. ¿Quien pone el cascabel al gato? Moratinos estaba demasiado ocupado con meter al turco en Europa. Hacía lo que le dijeran siempre los judíos y sus amos de Washington en este país: el contubernio con el sarraceno. Escupían contra la cruz y eso les hacía sentirse fuertes. Ojos Saltones, defensor del aborto, era de comunión diaria pero dicen que se guardaba las hostias en la bocamanga y luego las echaba a un caldero de agua hirviendo y las profanaba. La actualidad se asemejaba a una gran tenida de masones. Cundía la blasfemia y el desencanto. También don Opas era de la raza maldita y tenía el mismo mirar de los ojos salones.

 Sin flechas del poderío nos convertimos en la risa de las naciones, campo de Agramante de la emigración. Llegaban en manada a nuestras costas y los españoles de bien tenían que agachar la cabeza, besar el látigo, adorar al dios del Consenso. Paciencia y resignación. Somos extranjeros en nuestro propio país. Tendremos que emigrar de nuestra patria otra vez los buenos españoles

 La avilantez de los gobernantes como el execrable embono de los Ojos Saltones que por lo visto era un socialista de padre falangista, un cacique para más señas, de apellido infame. San Homobono era el patrón de los sastres y él era un alfayate, un malabarista de la política que no daba puntada sin hilo. Nada por aquí, nada por allá. Su padre fue gobernador civil y juró los Principios del Movimiento, y tuvo un tío alcalde pero donde dije digo, digo Diego, chiquitos, y esa sí que es gorda. ¿Adonde vamos? Al desastre, según parece pero dicen que sarna con gusto no pica.

 En la plaza de Zocodover estaba preparado el tabladillo o picota donde harían con mis pobres huesos lo que corresponde. Había un poste rodeado de retama, el balago de arder, estaba la yesca preparada. Iban a quemar a un cristiano recalcitrante de herejía democrática pero aunque me maten o daré nunca mi brazo a torcer y había que decirle al Ojos Saltones a sus jodíos morros que no era más que un jodío bolo.

 Las gentes que se habían vuelto morbosas e insensibles a los males de su vecino, de tanta tele basura como se había comido sus ojos y roído su alma por culpa de las quintanillas y anarosas quintanas, marilós, las reinas de las mañanas y las princesas del pueblo y de ver a todas las horas al presentador de la cabeza gorda y los pies planos en soporíferos programas que duraban doce horas, mientras los torticeros manijeros zurcían mentiras a todas horas y no paraban de hablar de la crisis, predicando al pueblo como si fueran ovejas modorras, metiéndoles el miedo en el cuerpo, contemplaban con deleite el espectáculo y se decían unos a otros éste va a arder bien.

 El rabino de la Sinagoga del Tránsito Un sacristán del mismo templo trajo eslabón y pedernal e hizo fuego y, aplicando tea,  prendió la lumbre. A redoble de tambor, un pregonero proclamaba:

     -Cristianos a enforzar.

     -Hijoputa…Hijoputa. Eres un pregonao

Doña Esperanza para mi desespero se encontraba en el cupo de los que contra mi hicieron causa y allí estaba entre el populacho desgañitándose contra mi persona. Tampoco faltaba la Bibliotecaria de Logroño, una tal doña Planchas Planchitas y con el nombre de Carmina bautizada mas luego hizo renuncio y recobró el de Sara, su primigenio. Ella también se metió con mi alcurnia. Aunque cambió de credo, esa señora como escritora será siempre mala. Entró en contubernios con don Arbolí, otra moneda falsa.

No me quedaba más remedio que admitir la culpa por la que se me condenaba y aceptar mi condición de caganidos. Yo no era más que un “pregonao”.

 En un relámpago ardió todo mi cuerpo. Gracias a Dios, pues grande era mi fe, no flaquee en el tormento porque siendo de la raza ibérica y mi padre aragonés. Sentí pena de la multitud dirigida por aquel Anás de los ojos protuberantes, sudoroso y vaporoso, tercera autoridad del Estado, que no pronuncia las erres con las sietes señas del hijoputa, metido a politiquero siendo su distintivo principal la barba en parroquias y los muchos sudorosos que canta todo su cuerpo que no hay quien se le acerque cuando se sienta en su estrado presidencial en el congreso. Arrimaron fuego pero en lugar de llorar me dieron ganas de reír y, contumaz igual que don Rodrigo en la horca, me puse para mi último trance en el pináculo del cachondeo. Pude desligarme de las esposas que me maniataban y, libre de manos, llevándomelas a los genitales exclamé:

—Me la chupáis todos vosotros. Vosotros me la chupais en cuadrilla y al de por junto, aunque muera mártir. El que se sienta en el tribunal no es más que un judío bolo y se lo digo a sus jodidos morros.

Y, haciendo las señas del macho cabrío expiré, mártir de la causa. Estoy seguro de que mi nombre enseguida ingresó en la nómina de los santos y mi alma voló derechita al cielo después de haber dado testimonio de Cristo y amado a mi patria desde aquella hoguera de la plaza de Zocodover gobernada por aquel sanedrín toledano encabezado por un felón de los Ojos Saltones como gran sacerdote. Subí a la gloria chutándomela con todos mis enemigos sobre la planta de mis pies. Había ollado la cabeza del dragón. Fue de esta manera gloriosa y, terne en mis convicciones, como hice la jera precisamente el día que comenzaba la Cuaresma y las ciudades celebraban el entierro de la sardina.

 viernes, 12 de febrero de 2010

 

jueves, 6 de febrero de 2025

 

NICHJEVÓ SEX MEA LEX ET JUX AMATIVIDAD UN GRAN CUENTO RUSO QUE ME ACREDITA COMO UNO DE LOS GRANDES ESCRITORES EN ESPAÑOL NO ME DA PENA EL DECIRLO PERO NO ESCRIBO COMO LOS PENCOS DE HOY SINO AL MODO DOSTOYEVSKY

 NICHEVÓ


Camino de perfección camino de perdición, Vladimir no se creía un vampiro como mandan los cánones pero sucedía a veces que le tentaba el vino y se perdía por las aleas y garitos de Petersburgo donde había nacido y, como se sabe, la grandiosa ciudad de los zares es conocida por las aguas negras de su río mayor, el Neva, que en la época del deshielo o “rasputitsa” ofrece incomparables atardeceres.
Los bloques de hielo navegan aguas abajo con la delicadeza de bailarinas del Gran Ballet sin perder el ritmo ni las zapatillas o como nereidas disfrazadas de témpanos que tientan a los navegantes, convocan a Ulises y sus compañeros a noches de amor vino y rosas.
Cantan con voces enamoradas las canciones del pueblo que Mussorgsky y Rimsky Korsakof y Tchaikosky llevaron a la ópera.
-Ah, marineritos de agua dulce, marineros del amor. Venid acá los náufragos que habéis perdido  el rumbo y navegáis a la deriva a merced de las olas, yo os conortaré y confortaré. En mi puerto no encontrareis escollos ni rocas.
-¿Quién sois?
-Somos las amazonas del Mar del Norte.
-¿Amazonas?
-Sí. Vuestro velero entrará alto de castillos y con mucha obra muerta y viva en la rada de nuestro puerto del amor. Nuestro pantalán es rumbo seguro y a recaudo de galernas.
Y eran verdaderamente amazonas, dijo el capitán de una goleta que pasaba por allí y que estaba versado en mitología. Las amazonas mutilan uno de sus dos pechos para así mejor manejar el arco de los engaños.
-Pero estas son sirenas.
-Lo mismo da. No hacerles caso, les decía el diacono Pantalimón, un peregrino de barbas hirsutas que venía desde Kaluga con su capa y su bordón. Iba camino de Tierra Santa. Él era también un peregrino del amor (strañik) con su calabaza (tibka) y su bordón (posoj) y su esclavina (pelerina).
-¿Adónde va el páter?
-A Tierra Bendita pero haré alto en el camino y posaré en San Sergio de Radonezh. Lo que me quede de vida los pasaré visitando reliquias. ¿Y no cansas, padrecito, de tanto osario, tanto santuario y funeral?
-Todos somos peregrinos del amor y de la muerte. La vida es ruta y caminar, hijo mío. Buscando nuestra vida, yendo al encuentro de nuestro azar.
Y se quejaba de que las voces de aquellas mujeres endemoniadas no le permitirían alcanzar su objetivo: Jerusalén. Había que renunciar a las mujeres al vino y al placer para llegar allí pero del dicho al hecho va un trecho. El camino del infierno está sembrado de flores y de suaves aleas cuesta abajo mientras el del cielo sube una pendiente escarpada de abrojos.
Todas las primaveras acudían a la cita –la vie en rose- cantando alguna cancioncilla cabaretera en boca del Ruiseñor de Aviñon. San Petersburgo siempre habló francés. Es lo más elegante. Y se seguía la etiqueta de los salones. Incluso en los tiempos proletarios la vieja ciudad imperial conservó un aire touch of class. Muchas mujeres se sentían heroínas de las obras de Pushkin y Gogol pero de entre todas ellas la más dramáticamente enamoradizas y soñadoras eran las bibliotecarias. El comercio con los libros les aleja de la vida real y de la carne repugnante; luego en la cama resultaban las más viciosas. Como aquella Irina que un día vino a verle al archivo y le amenazó con quitarse la vida si no la hacía el amor.
-Pero ¿Dónde aquí con los usuarios como testigos de vista?
-Estás tú loca, chica.
-Pues en el limbo en el cuarto de calderas. En el garaje. Donde sea. Lo quiero ahora. Dámelo.
-Aquí te pillo y aquí te mato. ¿Eres de aquí o has venido a la función ¿ Tú qué te habrás creído?
Le había confesado desde que una vez la besó violentamente en su cuello blanco de cisne su inclinación por los vampiros.
-Es que los murciélagos cuanto más me muerden más me excitan.
-¡Qué pájaros más repugnantes!
Y no supo cómo quitársela de encima. Era insaciable. Lo quería día y noche y su machaconería llegó a causarle hastío. Era una obsesa sexual.
Así Vlad escuchaba sus voces halagadoras y tentadoras y sus buenos propósitos de la enmienda de llevar una vida cenobítica de cortarse la mano igual que el padre Sergio aquel personaje del cuento de Tolstoi se iban a pique lo mismo que los lingotes de oro blanco que escupía el Neva sobre las riberas del Mar Báltico y como otro fantasma aparecía de pronto en sus aposentos la bibliotecaria que padecía furores uterinos. Nichevo. Nada importa. Todo es frágil, pasajero, quebradizo, como una rama de abedul que se pisa en el bosque, pensó. Las mujeres están tan pegadas a la tierra, son tan maternales y tan del barro que no suelen entender grandes cosas de poesía. Siempre serán las engorrosas codornices que nunca alcanzarán el vuelo del águila. Era hermoso aquel espectáculo de ver derretirse la nieve que llega de la estepa por el río madre y desaparecer en los abismos junto con las sirenas cantadoras que se peinaban sus cabellos dorados en el pantalán cerca de los muros del Almirantazgo y con una perezosa sensualidad mostraban sus escamas de pez de cintura para abajo. De cintura para arriba estaban los senos exuberantes las miradas de color azul embaucadora. Pero ya digo mostraban un solo seno. El otro se lo habían trucidado como las enfermas de cáncer de mamá. Las chicas son guerreras y mutiladas de una de las glándulas mamarias serían capaces de manejar mejor la honda y las flechas de su aljaba.
Algunas de ellas cabalgaban llevando a Cupido a la grupa como un tótem. Eran más hermosas aun que las muchachas de Petrogrado. Él las contemplaba desde el pretil del puente de los Suicidas por donde pensó una vez cometer una tontería el bueno de Dostoyevsky aunque no era una tontería. Era simplemente un ataque epiléptico. Él creció en un barrio de grandes bloques de apartamentos y estuvo en la marina soviética.
Luego cuando vino la perestroika le dieron la absoluta y le destinaron a Moscú a un ministerio pero siempre le tiraba la mar y la sonrisa de las rusalcas de su ciudad natal. Se había casado tres veces pero incapaz de convivir con una mujer había decidido alquilar un cuarto de soltero.
Tenía un viejo Lada que él mismo cambiaba el aceite. El filtro de aire, el anticongelante. El viejo cacharro no es que fuera un alarde del lujo ni la carrocería de los automóviles occidentales. Pero era fuerte y consistente y como dicen los ingleses “reliable” (de confianza).
Los fines de semana él los utilizaba para hacer sus excursiones sentimentales. Al campo. A los almiares en cuya paja amontonada era dulce y prieto amar a campesinas candorosas que se entregaban por unos pocos rublos. Luego cuando se fue haciendo viejo y su atractivo físico declinaba lo mismo que su amatividad con todas las complicaciones físico-químico-psíquicas del deseo pues el sexo es cuestión de piel hubo de proceder a remedios más caseros y expeditivos. El viejo don Juan, harto de la bibliotecaria y como se lo había zampado un archivo donde enterró sus sueños de gloria literaria, caduco y decrepito era un regular cliente de la multitud de garitos y bares de carretera que circunvalaban la capital rusa como un anillo de pecado o cinturón rojo.
Este detalle no dejaba de tener cierta sorna diabólica porque en la edad media no eran monasterios en lugar de burdeles los que rodeaban la curva de ballesra que traza el río Moscovia al abrazar al Kremlin. Un círculo de pecado. Lupanares en los que los camioneros que habían conducido el día y la noche paraban a repostar gasolina y recargar la batería. Las cantoneras les hacían un lavado de bajos y luego se ponían el schliapa o gorro de castor encendían un papirosi[1] y tira millas. El sexo tenía siempre un olor a pescado que enervaba el olfato.
María Antonieta se echaba agua de colonia en el coño y conoció la maldición de los dioses del amor acabando en la guillotina. Los viejos valores de sociedad socialistas habían sido reemplazados por otros sustitutos como el lujo las prostitutas de alto vuelo, los restoranes a mil dólares el cubierto puesto que se pagaba en divisas al fin y al cabo dinero negro.
Grandes hoteles y centros comerciales alzaban sus paneles de formica o de cemento al lado de las viejas miserables. Pero que se la va a hacer. Era el signo de los nuevos tiempos. Los capitalistas habían descubierto Eldorado y los magnates del petróleo habían encontrado una mina. Vengan chicas y más chicas al salón uzbecas de las ojos amohinados, esbeltas valkirias letonas, nubias y etíopes como gacelas, nigerianas que traían el sida y el calor de África y que escupían hasta tres veces después de hacer un servicio, rumanas de talle de avispa, búlgaras y checas de  senos profundos que venían a hacer las rusias como sus abuelas se fueron a hacer las américas.
Esclavas sexuales del tercer mundo que llegaban en hordas desbordadas por el engaño de viva el lujo y quien lo trujo. El amor en los tiempos de cólera. García Márquez sabía lo que se decía. Nadie puede poner puertas al campo. Sexo y poder son hoy por hoy moneda de cambio.
En los lupanares de carretera había muchos espejos, cámaras en cada rincón y hombres taciturnos que se entregaban a la contemplación de sus consumiciones como si en el culo del vaso bajo el hielo que le acababa de servir el camarero se encontrase Hamlet haciendo la eterna pregunta:
To be or not to be.
- That is the question
.
Entró en uno que se encontraba en las proximidades de Zagorsk la ciudad sagrada sufragánea de Novgorod la de las cien cúpulas pero ya muchos de sus compatriotas habían perdido algo del temor de dios y se entregaban a los juegos prohibidos de vino mujeres y naipes y ya no cultivaban en los invernaderos solemnes las rosas de Jericó.
Era consciente Vlad (Blas en español) de que estamos a merced de todos los vientos traídos y llevado por la amatividad capciosa y el deseo animal que disfrazamos de poesía. Amatividad. Esa función miembro o célula que los clínicos sitúan en el cerebelo donde el PG se sitúa. El pasaporte del éxtasis. Por ahí anda poco más o menos la terminal de los besos en el baño turco. Putas y más putas. Izas y rabizas. ¿Han llegado irlandesas? ¿Hay vida después del deseo? La receta es:
-Sex. Sex. 
My rex. My lex
-Nurse, I feel worse.
-Who is next?
La madame apuntaba nuestros nombres en un papel y temblaban dentro del mismo al rilarle el pulso igual que cuando un carcelero convoca a los condenados a muerte. De pronto de entraba un hormiguillo por la nuca bajándole hasta la rabadilla y hasta las piernas. Las células madres iban proclamando: “ sex, sex, my lex, my rex” y en tales palabras estaba encerrado el código de valores de la sociedad moderna. No había vuelta de hoja y, entre tanto, un raudal caliente se precipitaba por el arroyo de la sangre. La fronda del Moscova mecía entre sus brazos las cimas de los pinos. Iba a entrar en el templo cubierto en el manto de silencio de Volutia. Todo en aquel instante era voluptuoso e irreal. La gran sacerdotisa iba a persignar tu frente con la cruz de la ceniza. Las piernas regordetas y ardientes de un moreno sahariano ocultando a medias el vello público y aquella muchacha lo que tenía era una breña montaraz y se lo había teñido de almagre según la moda (otras se lo depilaban y eran sus partes cabales de mortal y rosa).
Ella lo esperaba como una odalisca entre almohadones. Todo pasó muy rápido. Fue visto y no visto y se desarrolló de una manera mecánica y funcional. La muchacha trajo una jofaina y le cuidó con cuidado. Aquel frotamiento le daba un placer hasta entonces desconocido. Después se puso las manos a los cuadriles y le ordenó que la poseyera girados los dos sobre el diván y lo que aconteció después todo fue frotamiento. Se vinieron abajo todos los andamiajes de los sistemas políticos, las sutilezas escolásticas, los buenos consejos. Todo se desplomó y era como si hubiera de nuevo nacido. Al final ella sonrió con sensualidad y tan sólo dijo una palabra:
-Nichevó. No pasa nada. Nada tiene importancia
Y estiró sus brazos como si fuesen un arco triunfal, tomó un cigarrillo y lo encendió. Ven cuando quieras. Para ser primerizo no lo haces demasiado mal. Tienes una verija de conquistador de las indias occidentales. La madame desde el salón voceaba el nombre del próximo cliente.
Era morena de carnes el culo respingo y los pechos prietos duros y esponjosos como duraznos las piernas eran fuertes de acero y sus areolas rotundas y en erección recordaban dos manchas circulares de café con leche. Morena la llamaban pero blanca debió de nacer lo mismo que las hijas del rey Salomón. Lex, rex, iudex, codex index, iux el derecho y la ley del más fuerte que otorga Roma a sus elegidos.
Siempre tendrás en la memoria aquella primera vez y revolviendo dentro del escriño de tus recuerdos podrás darte cuenta que aquello no tenía importancia. Era simplemente una función biológica casi coprológica relacionado más con la función excretoria de los esfínteres que con la noble víscera que denominamos corazón. Es como cambiarle el agua al canario o en la milicia deshollinar el mosquetón. Meter el pájaro en la jaula. Darle cuerda al reloj.
De ahí que las meretrices de mi querida ciudad al terminar un servicio exclamasen con desabrimiento nítido: “nichevó”. El hombre es hijo por tanto del pecado y del azar. Et in iniquitate concepit me mater mea, decía Job. Llevamos en nuestra estructura el polvo del camino.
Abandoné aquel sector detrás del grupo de casuchas que se amontonan alrededor de la impresionante catedral de San Isaac donde recibí el sacramento del sexo y la literatura y entre en comunión con la novelística de Dostoievski que siempre dio al amor un tenor literario y de lo que es pura fisiología hizo psicología y obra de arte.
Las casuchas siguen ahí desconchadas acusando el paso del tiempo y muestran seguramente la huella de las pisadas por donde se perdió Raskolnikov, lóbregas escaleras, patios de luces y olor a berzas que proviene de los cuartos nauseabundos. En el recuerdo, mi primera odalisca me sonríe con congoja y dice Nichevó. Era una samaritana en toda la regla y menos puta que la bibliotecaria que se entregaba por vicio nunca por amor. Había luna. Esas lunas de enero que meten un brillo frío de la muerte entre los huesos.
Me calé mi schliapa (sombrero) y seguí caminando por la ciudad dormida sin rumbo fijo. Los perros se habían vuelto locos ladrando a la luna. Por las aleas de la Perspectiva Nevski había fantasmas acodándose, suicidas, sobre el pretil de los malecones. Mirando para las aguas negras del Neva vertiginosas e infernales con ese hechizo de los cuentos de hadas y cantos de nereidas. Nichevó. No pasa nada. Mañana amanecerá. Será mi primer día tras mi primera noche. Eros y Tanatos se amaban con furor sobre la barandilla del río deshelándose. Sólo el Neva. Heraldo de Neptuno era testigo. Había en la ciudad un silencio embriagador litúrgico propia del templo de Volutia y las esferas hacían música jugando con las estrellas en lo alto de la creación. Se escuchaban los coros de la gran Pascua rusa

martes, 4 de febrero de 2025

  LA CIGÜEÑA, SAN BLAS, SANTA ÁGUEDA Y EL CAMBIO CLIMÁTICO

San Blas (la cigüeña verás) y mañana santa Águeda vino la cigüeña machaca el ajo en lo alto de los campanarios pero yo no la he visto tan ostentosa y limpia en la torre durmiendo a la pata coja. Debe de ser cosa del cambio climático.

Resuena, a todo esto, en mi memoria junto al frufrú de los manteos sacados del arca para honra de santa Águeda un viejo canto de corro que de los niños de la escuela en Valdesoto:

Cigüeña malagueña

La casa se te quema

Los hijos se te van

A Pecharromán

Escríbeles una carta

Que ya volverán

Asimismo he sentido esta mañana piar a una golondrina en mi alero. Y me acuerdo de aquellos versos de Bécquer tan melancólicos “Volverán las oscuras golondrinas” Su canto fue siempre aquí nuncio de primavera junto al primer brote de los almendros que no son veceros

Y quedarán sus flores yertas por las heladas de marzo. Es la clarividencia de las estaciones. Dios quiera que la naturaleza imponga sus reglas y deje con el culo al aire a los catastrofistas del cambio climático.

Recuerdo un titular del New York Post cuando yo andaba por la ciudad de los rascacielos y todo el mundo vivía, como ahora, preocupado porque no llovía. Cayó entonces una gran nevada y el titular del Post  sentenciaba inexorable su veredicto “Mother nature rules”. Todo un bodocazo contra los demiurgos del juicio final. Alabado sea Dios