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miércoles, 27 de enero de 2021

 HOY ES SAN JUAN CRISOSTOMO EL BOCA DE ORO

PUESTO que no sois vosotros quien habla sino el Espíritu del Padre que habla por vuestra boca (Mt. X, 20”

En la fiesta de san Juan Crisostomo lo recuerdo bien un retórico echaba un sermón en griego desde el púlpito del refectorio en el seminario de Comillas. Transcurridos más de cincuenta años yo recuerdo a aquel seminarista latino al que le tocó hacer el panegírico. 

Era un muchacho algo petizo bien encarado y tipo listo de Santander,amigo de Bedoya, EL PERIODISTA DEL "PAIS", MUY ROJO Y MUY AMIGO MÍO,y le salían las frases en la lengua helénica con entusiasmo que apabullaba sobre todo en las interjecciones que acabaña en “ge”. No sé si llegaría a cantar misa aquel cántabro pero apuntaba maneras de orador sagrado, una verdadera boquita de oro". Me hubiera gustado saber de él

Supe luego que de aquel curso sólo se ordenarían dos: Antonio Pelayo un vallisoletano elegante con maneras de rector magnífico que se convertiría en eminente vaticanologo corresponsal del YA y de la COPE en Roma. 

otro fue Aramburu el que me enseñó a jugar a pala, que se fue a Buenos Aires y allí colgó los hábitos. Es pariente o tío de  Fernando Aramburu del gran escritor de éxito que puso en órbita “Patria” una de las novelas más vendidas.

 Bien me acuerdo de aquel refectorio iluminado cuyas ventanas daban al campus del  Stella Maris; nos servía al desayuno un criado gallego que se hizo amigo mío y me permitía repetir tazón hasta tres tazones con sus correspondientes bollos suizos. 

Luego vendría la desbandada del Vaticano II. No está mal decir que ETA nació en un seminario. Nos desperdigamos pero queda el recuerdo entrañable de aquella adolescencia manejada no sé si sabiamente por aquellos buenos padres jesuitas quienes sufrieron también su crisis. 

Habrá que poner a esta oración el sufijo griego “ge” que significa concholis no faltaba más. 

Se trataba de infundirnos el espíritu de la elocuencia que iluminó a uno de los principales padres de la iglesia oriental, emulo de Basilio y Gregorio el Grande. 

Acababa el octavario de la unión de las iglesias. Era el día del panegírico a cargo del seminarista retórico más aventajado. 

Aquel día fui yo a pedirle la muda al hermano de la guardarropía y a duras penas me logré entender con él porque el Hermano Echeverría sólo hablaba vascuence: “¿Tú ropa blanca quieres tener o así”… “Sí, hermano Echeverría, vienen marcadas con el número 288, el número en rojo que me bordó mi tía Dominica la de Fuentepiñel Segovia cuando ingresé en el seminario”.

 Echeverría  no entendía el cristiano. Yo estaba apurado porque tenía la sotana hecha un desastre después de caerme en el barro y carecía de la muda para cambiarme  los gayumbos 

El padre Heras nuestro maestrillo prefecto vino al quite y dio con mis calzoncillos. 

Al padre Heras le recuerdo con mucho cariño porque me ayudaba en las dificultades lo mismo que el padre Martino el asturleonés que nos enseñaba literatura. 

No así el Padre Ector un tal Eguillor que era un cabrón y fue el que me mandó para casa. “Tú no vales para Comillas, te nos has colado”. Era un bilbaíno muy bruto aquel Eguillor.

 Sin embargo, para mis desdichas vino a predecir un trauma con el cual he tenido que pechar toda mi vida: me expulsan de todas sinagogas. 

Con todo y eso, para orgullo de los que seguimos a Cristo portando su cruz, siempre hay un padre Heras que me sacan del marasmo.

 Benditos sean tanto él como el P. Martino el español que más sabe de la historia de Roma y creo que vive todavía muy ancianito al borde de cumplir un siglo en Villagarcía  la residencia  leonesa de jesuitas ancianos en la misma casa de la Compañía en la que residió el P. Isla autor del fray Gerundio.

Afirmadas tales razones, he de confesar que no seguí la senda de fray Gerundio de Campazas sino la estrella que ilumina a los amantes de la palabra en la belleza de Cristo que es el bien, la hermosura y la misericordia ─la gracia divina opera subterránea portada por los humildes y sencillos, no se la ve─ tratando de seguir a aquel gran obispo de Constantinopla que decía: “el corazón de san Pablo late al unísono con el corazón de Xto”.

 Fustigaba los vicios. Su tesón iluminado por el Verbo Divino chocó contra las fuerzas vivas de su tiempo y fue desterrado y despojado de su mitra. Murió en el Ponto en 407. A través de su elocuencia se expresaba el Espíritu . Ge. ¡A ver quién da más! Bendita y alabada sea la Santa Trinidad!

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