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martes, 3 de abril de 2018

ADIAFORIA CUENTO DE SEGOVIA











LA CATORCENA ES ALGO MÁGICO

Antonio Parra

 
Yo te di una espada(I gave you a sword). Gracias  por eso, Señor. The word and the sword. Palabras y espadas y en ese empeño seguimos lansquenetes de la palabra retornando al Alma Mater. Vientos de profecía. Entierrate grano. Mañana serás espiga. El viento de la historia a veces huracán otras brisa pasa página ¿Los ves? En un pocillo les estás dando de comer. Cuando ellos van tú ya regresas. Ponen el grito en el cielo. Nietos de los fariseos se rasgan la camisa, hacen trizas las filacterias. Se proclaman demócratas y abanderados del contraste de pareceres pero la fortuna te guarde de pisarles un callo. Dices que recurres a la descalificación y el insulto cuando son precisamente ellos que carecen del sentido del humor los que te están insultando.
 Otros porque les cantas las verdades del Barquero y tú se las dices al lucero del alba, sin ir más lejos al propio Fraga cuando te vedó prohibir sobre Gibraltar están dispuestos a tirar de navaja. O lo que sea. Insidiosos e instalados. Bueyes duendos de ojos romos más falsos que los denarios de Judas que sirven, están sirviendo, para comprar campos de Haceldama. Don Tarariri que te vi ese que gusta de enfocar el problema vasco y el catalán a su manera, ese don Cómodo de la triste figura y que pluma en ristre la moja no en tinta sino en vesania mejor estaba vendiendo libros en Moyano porque escribir no es lo suyo. Se cree Shakespeare o Dickens pero no es Zola ni Flaubert ni Cervantes ni Palacio Valdés. Es sólo la hermana San Sulpicio. Corniveleto ya digo y mucha leña por la cabeza. Le dicen el buey suelto y es un manso. Sus derrotes son peligrosos. ¿Qué dijo? Dijo:
     -   Ha blasfemado. Es un energúmeno. ¿Por qué? Por defender la unidad de España.
-        Yo voy a lo mío.
-        Ellos a lo suyo. Y nosotros a lo nuestro.
-         Son los de la estirpe tornadiza. Mala raza y peor baba. Se entienden con el bereber bajo cuerda, pero con sus carros de combate arrasan Gaza; pasan mensajes a los gudaris asesinos, sufragan el convite de catalanas   vendettas de la Campana de Huesca y tú, Verum, que siempre  viste crecer la hierba, tiras de la manta y les coges en renuncio, sus improperios se escuchan en San Pedro Abanto, pasada la Fuencisla.
-        ¿Dónde estaba el ventorro?
-        Allí mismo. Donde invocábamos a Fray Jarro cuando éramos guajes y después de la novena entrábamos a tomar unos chatos y allí encontrábamos al Tío Loco con su mandil verde a rayas y cara de palo. En ese lugar bajo la parra que da sombra nos “mojábamos” a gusto viendo nadar a los peces del río creo que fui feliz si es que la felicidad existe en este perro mundo.
-        Pues había un letrero que a mí me hizo mucha gracia: más vale aquí dentro mojarse que enfrente ahogarse. Y enfrente pasaba el  Eresma. No es que llevase mucha corriente pero sí la suficiente para dar la última aguadilla y máxime estando pedo.
-        Mucho os gusta el traguillo a los de Segovia.
-        Sanguis Christi inébriame. Sangre de Cristo. Laus tibi Deo que hace un mes que no te veo.
-        ¿Y el corpus?
-        Eso es otra historia. El Corpus es un monasterio de Claras donde ocurrió el milagro de la Catorcena. Allí estaba la sinagoga y allí fue el sacristán de San Facundo a entenderse con el rabí y le vendió a Cristo por treinta maravedíes de moneda forera.
-        Volver a empezar. Estamos en las mismas.
-        Psé. Bueno pues echaron la hostia a un caldero de aceite hirviendo en son de mofa y de cachondeo sacrílega tenida. Al freír será el reír y algunos se les heló en plena boca la carcajada.  Como era Jueves Santo querían hacer torrijas pero de repente entre el espanto de los presentes la sagrada forma empezó a subir y subir hasta el techo, abrió un boquete en la bóveda y cruzando los cielos las torres los puentes y los acueductos de mi querida ciudad fue a descender por la Costanilla de los Desamparados hasta el convento de Santa Cruz. En una celda estaban sacramentando a un novicio dominico. La hostia se posó sobre los labios del moribundo y le sirvió de viático y tanto le sirvió que a los pocos días aquel enfermito desahuciado estaba como una rosa escribiendo latines y haciendo silogismos.
-        No me venga usted con historias morunas, Verumtamen. El convento de Santa Cruz era el mismo del que fue prior Torquemada. Deberían quemarlo.
-        Tiene un retablo muy bonito y allí han levantando una universidad privada. Cela fue el testaferro pero los dineros eran  de la mafia. La misma que reconvierte nuestras viejas basílicas en  discotecas, los conventos en campus y asfalta la costa al grito de “I ll buy you out” y con una buena mentalidad para los negocios. Jesús Gil cabalga de nuevo. Tiene muchos émulos el uxamense  que así se llamaba en la edad media a los de Burgo de Osma y donde como en Hervás  judíos los más.
-        A este paso las fiestas de Catorcena – el milagro del sacristán traidor y de la hostia por los aires – habrán  de ser suprimidas por políticamente incorrectas. Incitan al odio étnico.
-        Ni mucho menos. Exalta el misterio de la Eucaristía. Cristo se quedó a morar con nosotros. ¿Eso les molesta?
-        No sé pero lo que sí está claro es que harán lo posible por quitarla. Debíamos organizar una rogativa o un acto de desagravio.
-        Ah como recuerdo aquellas verbenas, los bailes de candil bajo los almeces de la Plaza de Muerte y Vida o en los Corrales del Cristo del Mercado. La fiesta iba por barrios y a cada parroquia le tocaba organizarla una vez cada dos septenados. O plazo para renovar las células. A mi que soy bautizado en San Millán me tocó una vez llevar los ciriales. Era un niño cumplidos los catorce. Cuando volvió a pasar la ronda y el pasacalles tachin tacha chundara rá abandonaba la mocedad y emprendía la madurez. Estas fiestas eran el reloj biológico del pulso milenario de una ciudad que siempre se caracterizó por poner los paños al púlpito en loor a Jesús Sacramentado y aquí a la tarasca el Dia de la Minerva que es la octava del corpus la molemos a palos.
-        Bueno pues de hoy en un año.
-        Eso. Corpus Christi salva me. Ya sabes la bella oración que compuso san Ignacio verdaderamente un santo eucarístico para después de comulgar. Y sanguis Christi inébriame. Emborráchame con tu sangre Señor. Pues la verdad que yo pecador de mí la tomé demasiado ad pedem literae. Y a lo largo de mi existencia he atrapado algunas curdas. No me las doy de santo.
-        ¿Conoces la parábola del santo bebedor?
-        No. Ni falta que hace.
-        Y tanto pero quod scripsi scripsi que dijo don Poncio Pilatos. Aquí de lo que se trata es de borrar la memoria o manipularla.
-        Ya.
No hay quien pueda con ellos. Son como gorriones o como trapenses disipados duro cacarear en el coro y picotear en el refectorio. Luego cencerrear por la Misa de Gallo. Han pasado dos generaciones. Seis papas descendieron al sepulcro. La estema de los años arrancó unos cabellos de tu frente y apenas ya te puedes peinar a raya. Eres ya talludito y troncal, la curva de la felicidad  hasta convertirse en la peligrosa protuberancia de la ptosis, doble barbilla y tres papadas, enuncian tu llegada a la linde del carcamal por más que tu espíritu se proclame  joven talmente  como el de un misacantano.
 Ibas para canónigo y mira tú cómo todos estos te bieldan tu parva. Pero poco más. Te dieron una espada y quince talentos. ¿Los has empleado como dios manda? No sé, Señor. Aquí llego con mi barba cana y mi barriga. Algo atolondrado y gozoso pero impasible el ademán. Trato de guardar tus mandamientos. Te sigo en la distancia.
 Cuarenta y tantos años después y la vida sigue igual. Regreso a mi Alma Mater. La puerta verde está cerrada pero por encima del dintel hay un letrero en mármol gris y con caracteres desleídos que dice: “En esta Casa de la Compañía vivió el P. Lainez”. Era el hombre de confianza del Padre General que no se fiaba mucho de Ribadeneira el gallego que le hacía momos por detrás.
      -Había otro en el grupo de los primeros discípulos de San Ignacio:  Polanco.
      -A ese que ni mentarlo. ¿Vale?
 El gran hastial de piedra gris. Por entre las socarrenas del muro de sillares alzan su melena desangelada matas de parietaria y el cardenillo se ceba sobre los tres bolinches que orlan la base y los lados del triangulo de la fachada. Se trata de una iglesia jesuítica no hay más que verla. Tan angular y biselada verdadera roca de Israel. Todas imitan al Giesú de Roma en una de cuyas capillas nuestro padre general decía misas de tres horas y arrobadizo pues Dios le concediera el don de lágrimas se anegaba en llanto y en devoción. ¿Por qué lloras, Ignacio? ¿Por los pecados de la vida pasada: caballero de Olmedo y por cortejar en Arévalo a la reina Germana? No. Lloro porque en este cuerpo pecador se ha manifestado la gracia. Cristo será el campeón. Y este mensaje de esperanza que plasma en piedra el monumento del Jesús romano transmigra a todos los templos que edificara la Orden desde su creación. La acrotera impresionante promontorio tiene una disposición triangular en función de la espadaña que señala la recoleta plaza  tiene una disposición triangular en función de la cruz de la espadaña - estilo herreriano neto y granito escurialense- que señala el cielo de la recoleta Plaza del Seminario que desemboca a través de un callejón frío y batido por todos los vientos en la de los Espejos. Más allá la de San Martín que tiene delante del ábside un impresionante rincón medieval.
 Segovia ciudad mística y guerrera. Al fondo de la exedra se alza la estatua del Comunero  Bravo dando sombra al escaparate de la tienda de Blas Carpintero el alfayate que me cosió la primer sotana. Me retrotraigo a las tardes solaneras del otoño: becas rojas y esclavinas al viento y un chusco bajo la hopalanda que teníamos hambre y cuando nos daban ganas de comer le pedíamos pan en los paseos a uno que llamaban Pénjamo y en lo alto la cabeza el bonete terceronado o juniorado según el curso académico del alumno. Este gorro en determinadas testas era bisunto. ¿Y tú qué me das, Nicolás? Te echarán del seminario y te darán la carta de despido en el trabajo pues no eres archivero colegiado ni tienes oposiciones ganadas ¡Siempre igual! Mucha democracia y muchos derechos humanos para los de fuera naturalmente pero laboralmente he sido siempre un apestado. ¡Dios las que me hicieron pasar! Siempre me he sentido un ciudadano de segunda mano.
 En este país de carnés lo que importa es tener un título. Es clasista como la madre que lo parió. Se iba a estudiar para ser no para saber y mi equivocación máxima que yo me comía los libros con este segundo propósito teniendo en cuenta de que la sangre si no entra con sangre al mismo sirve de purificación. Aprendíamos música coral y canciones viejas al compás de compasillo. No sé si éramos felices pero nos enseñaban el concepto de la disciplina desde un primer momento. El bonete se alzaba a compás manos arriba cuando nos cruzábamos con algún sacerdote. Los canónigos que acompañaban al deán don Fernando Revuelta o el cura de Santa Eulalia que deambulaba solo y era algo zambo quiero decir que andaba con los pies para adentro.
-        Aparca aquí.
-        No me da la gana. Buena la hiciste. Llenaste el tanque de diesel con gasolina y el auto se te quedó en medio de la autopista. Has jodido el coche.
-        De todas formas purgamos el motor y pude llegar a mi pueblo. Cuando vi desde Juarrillos la excelsa mole de la “aceitera” que así llamamos a la torre de la catedral mi alma se iluminó. Al ver esta escalera del cielo. La piedra se hace llama.
-         El cura de Santa Eulalia (y no me entretengas) se llamaba don Benito y caminaba escoltado por su madre, una tía y el ama que era una moza de buenas partes a la cual los coadjutores miraban de reojo y más de un cura la haría un favor por soñar que no quede ¿De pensamiento también se peca? Pues sí parece que sí.
 El ama de llaves del cura de Santa Eulalia se llamaba Cirila y unos carnavales la cantaron la parrala bajo el alfeizar de su ventana. Sin embargo, pelillos a la mar. Recordemos que la iglesia siempre fue tolerante con todas estas flaquezas de la condición humana. Todos estos pensamientos se arremolinan tarde de julio polvareda del tiempo cuando salí a dar un paseo vera de ailantos y bajo la sombra relamida de una sofora bastante escuálida que adorna mi jardín. La mujer me arrancó una zarzamora pretextando ser un arto pero a mí me pone muy nervioso esto de que me arranquen mis flores.
Que en España por dicho de eso nadie puede decir que este cura no es mi padre. Había llegado hasta mi alma mater en una de las muchas peregrinaciones que dan impulso a mis días. No sabía qué hacer en mi urbanización. Tengo la patria dolorida y el alma en vilo. Volvamos a Segovia, me dije.
En verdad toda mi existencia ha sido un largo retornar hacia el pueblo en qué nací pero no me llevaba ningún propósito ni hoja de ruta. Sólo los mal trenzados recuerdos y el deseo del vino. No había perdido la fe en mi dios pero sí en cuanto me rodeaba. El presente y el ayer en mi memoria factual juegan al escondite. Por ejemplo, ahora estoy en Brennen Steinen pero quería retornar a Bridgehead. Más tarde en la oficina sentí el taedium vitae pero sigo teniendo ese amor al estudio, ese entusiasmo por la verdad y por todo lo bello, bueno y santo del mundo que  se me inculcó en estas aulas complutenses. Felices se apiadan den la memoria los Hijos de San Ignacio. Unos recuerdos fueron buenos. Otros, malos. A ellos les debo mi vida y mi muerte. El guaje es “ansí”. Para lo bueno y para lo malo. Per intellectum ad Deum. No hay más cáscaras. Para mí Dios está encerrado en las páginas de un libro.
 Han puesto tras las cristaleras una verja de hierro verde que disuade a los del botellón y un poco más tarde me transfiguro al adolescente que fui. Al curilla retorno que fui. Mediados de los cincuenta cuando el día de San Frutos el sastre carpintero me trajo la primera sotana. La mía me aguardaba en un banco de madera de los tránsitos. Ponerme aquella prenda por primera vez me hizo mucha ilusión creo que no dormí aquella noche y me tiré de un brinco ilusionado al primer toque de campana. Yo me sentía alguien importante. Crecí en medio de una sociedad que consideraba a los obispos y a los generales como el Súmmum bonum. Todo un ideal de vida: o la milicia o la cruz.
 Aquella sotana recién confeccionada por Blas Carpintero, aquel sastre judío que tenía una gran nariz un sello de oro y una manera de tocar que no te molestaba cuando te tomaba medidas por la pernera apunta nene y una mujer gordísima que abultaba por tres de él no sé como se las apañarían en la cama, me puso en el camino de las estrellas. Per aspera ad astra. Un dicho muy cierto porque en aquel caserón del siglo XVII las pasé canutas. Me había propuesto ser santo. En el bolsique del guardapolvos llevaba un cuentapecados  una especie de rosario que servía para contar las faltas o las transgresiones al Reglamento. O las jaculatorias que decías en voz baja por el camino. No resistir a la tentación de beber un vaso de agua cuando se tenía sed por ejemplo era una falta.
Por la Cuesta La Fuencisla bajo los alamos centenarios y cerca del convento de Santa domingo de bella y juvenil labra neogótica nos cruzábamos en aquellos deambulatorios de los jueves por el invierno con el arcipreste de Zamarramala. Parece que le estoy viendo algo miracielos tieso como un palo y morando por lejanías. Le hacíamos el hilo y bonetes arriba haciendo honor a las prescripciones del código de urbanidad eclesiástica que era libro de texto bajo el lema de ad educandos discípulos le saludamos desbocándonos. Algunas de estas prescripciones eran algo rancias pero otras me han servido para demostrar a muchos cafres mi buena crianza. Hoy este convento que yo conocí hospicio es una importante universidad de pago y de mucho tronío. Que Fr. Tomás de Torquemada fuese prior de este convento de dominicos y de que Domingo de soto fuese padre maestro de novicios ya es un tanto. Torquemada no tiene estatua. Domingo Soto, el martillo de herejes de Trento, sí. Pero la han decapitado varias veces. Se conocen que quieren mandarlo a la toza en efigie.
-        Una gamberrada.
-        Ni mucho menos, una judiada. En mi pueblo nos conocemos todos y aquí donde se dijo del judío la maula queda bastante memoria histórica. Así que juntos pero no revueltos. Cada uno en su casa y Dios en la de todos. ¿Me entiendes?
-        No me digas más.
El bueno de don Jesús que debía de tener lo menos ochenta años pero que se movía con el garbo de un misacantano se fatigaba algo y acostumbraba a descansar en el berrueco que le sirvió de almohada a sus beatas posaderas a san Juan de la Cruz cuando subía a confesar a la Santa en el convento de San José justo por detrás de los Jardinillos de San Roque. Y ésta  decía porque les criticaban y había murmuraciones en la ciudad por tan largo tiempo en el confesionario: “ De Segovia ni el polvo de los zapatos” y se sacudía el calzado al abandonar la ciudad por la Puerta del Sol.
-        Buenas tardes tenga usted.
-        Vayan en paz de buen quiete los seminaristas.
El cura de Zamarramala  hablaba bien y predicaba mejor. Tenía el mirar huido tras los lupos de concha y a veces apestaba a aguardiente que echaba para atrás pero  no las cogía lloronas ni era hombre que tuviera mal vino. Sus cogorzas eran hieráticas y solemnes por lo general. No daba escándalos aunque algunas veces lo vieron acometer la subida a La Lastrilla haciendo eses. Creo que era de un pueblo que llaman San Pedro De Gaillos que guarda entre sus costumbres una danza ancestral ibera que llaman el paloteo. Como el tío Tocino.
-        ¡Cómo atacaba la caja aquel buen hombre! ¡Qué dedos! 
-        ¿Y al Agapito Marazuela lo conociste?
-        Sí, precisamente bajo la sombra de un chaparro que había en la puerta del ventorro de San Pedro Abanto. Estaba tomándose un jarrillo con el padre de Julián un amigo mío.
-        Pues conociste al último juglar de  Castilla la Vieja.
-        Ya lo creo
Tengo grabado el sonar limpio de la dulzaina mora en las mañanas claras de primeros de verano por las fiestas de San Pedro. La arrebolada. Era como un canto sagrado. Algo mágico como las fiestas de la Catorcena que nos arrebataron.
-        El buen tintorro no nos lo quitarán.
-        No sé que quieres que te diga. Esto está cambiando mucho y me parece que para mal.
Pues al querido don Jesús que todos los días se andaba veinte kilómetros asi estaba él delgado como un palo y derecho igual que un huso y se bebía media cantara le abultaba algo siempre debajo de los manteos. Era la botella. Cuando llegaba al Columba a tomar café con unos canónigos ya se había metido un litro entre pecho y espalda y en el viaje de regreso otro tanto. ¡Pobrecillo!  Era un alcohólico. Más. Otro sombrerazo.
-        ¿Qué va a ser, señor arcipreste preguntaba el pincerna del Columba el que estaba en los reales de lo que fue iglesia del mismo nombre a la sombra de los arcos del Azoguejo.
-        Ponme un sol y sombra, hijo.
-        In vino veritas.
Pero ya digo el cura de Zamarramala era un borracho muy digno. Bajaba por la pendiente con la teja de cachemira en su sitio aunque a veces buscase la querencia de las tapias de la Casa de la Moneda para exonerar su vejiga. O lo otro que como dijo el otro el buen morapio te hará cagar y por eso diz que el Vega Sicilia cura todas las enfermedades al llevarse los malos humores para allá. Así y todo era la comidilla de toda la ciudad y en una ocasión cuando su empinar el codo fue a más el obispo don Daniel Llorente de Federico me acuerdo del nombre de mi obispo con el mismo orgullo con que algunos veteranos recuerdan el nombre del coronel de su regimiento cuando eran sorches le retiró las letras dimisorias. Suspensión a divinis y el bueno de don Jesús no podía decir misa ni consagrar a Dios. Se trataba de medidas cautelares que duraban menos de  una cuaresma pues don  Daniel que era recto pero de muy buen corazón siempre le amnistiaba llegada la Pascua de Flores. Tampoco habrá que echar en el olvido que don Jesús era un hombre muy caritativo. Todo lo daba. No vivía con manceba ni ama ni dios que lo fundó y durante los aciagos días de la guerra civil fue el pararrayos de muchos furores. A muchos rogelios les sacó de la cárcel o de la tapia del mismo paredón. ¿Creen que se lo agradecieron? Pues no. Vivimos en un país de rencores decía Unamuno. Era un cura muy servicial pero tenía ese defecto o esa debilidad por el traguillo. Y eso aquí no se perdona.
Su sombra se me aparece cuando doblo la esquina de la Plaza El Seminario. Es un fantasma eucarístico que me recuerda las catorcenas de aquellos días. Verbena y parranda y en la sacristía buen jerez rosquillas de palo y algún soplillos. Entonces al acabar de aquella terrible guerra los españoles éramos como más fraternos y bienquistos. Nos sentíamos perteneciendo a un grupo o dentro de un redil. Verdaderamente aquellas catorcenas de la solidaridad y del paloteo eran algo mágico. Me traen a la memoria tiempos de perdón. ¿Cómo se explica ese trastorno?
 Yo me explico y yo me entiendo y dios me entiende.. Nos hemos vuelto adoradores de Baal. Y hemos cambiado de religión, hemos renegado de nuestra patria, de nuestros valores, de nuestra fe, del amor al hermano y allí donde antes se leía Caridad hemos puesto filantropía o solidaridad. Estamos instalados en la cultura de la queja y en el sofá de don Comodón. Y ahí nos las den todas. Y nos las van a dar y en un carrillo no tardando mucho. Hemos sacado a Jesús del sagrario como a un príncipe destronado y en su lugar hemos puesto grandes carteles de palabras vacías: Derechos Humanos, Solidaridad, Memoria Histórica. La iglesia está vacía y el ara sin los huesos santos y los púlpitos mediáticos se nos han llenado de demagogos. a eso es lo que nos conduce reemplazar el dogma de la crucifixión por el supuesto contendible del holocausto. Y estos demócratas de pacotilla se cabrean y te lanzan anatemas cuando les sacas los colores y les coges en un renuncio. Si no haces nada por defender tu patria y tu nación entonces no tienes derecho a quejarte mamón de que te la invadan los forasteros aunque en Segovia ya digo todos nos conocemos y llamamos a las cosas por su nombre y sabemos por dónde van los tiros y de dónde viene la cosa.
Tarari que te vi. Continuará la historia. Por favor, no se sulfuren.
 
EL CURA QUE ESCRIBIÓ ESE ARTICULO DEBE DE HGABER LEIDO MI "SEMINARIO VACÍO"









Seminarios: las viejas fuentes se han secado

EUGENIO GONZÁLEZ NÚÑEZ PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD DE MISSOURI-KANSAS
02/04/2018
 
Tras oír semanas pasadas las declaraciones del obispo de Astorga, hoy me pongo en el corazón de los que siguen siendo católicos practicantes en el campo, y me pregunto. ¿Cuánto tardarán en desaparecer de las áreas rurales de nuestra diócesis los curas de pueblo? De seguir así, en diez años más, para asistir a misa, nuestra gente tendrá que correr a Astorga, Ponferrada, Bembibre, La Bañeza, Puebla de Sanabria o El Barco de Valdeorras… ¡Y pare usted de contar, porque no hay más cera que la que arde! En esas «agrupaciones parroquiales», mientras duren, podrán cargar los fieles sus baterías espirituales para medio año…, al igual que materialmente se aprovisionaban en el pasado en los grandes mercados y ferias comarcales.
Sincero soy al decir que siendo rector del Seminario me empeñaba en proclamar el futuro del mismo, aunque en mi interior algo me decía que los tiempos de vino y rosas habían pasado. Ojalá el rector actual no caiga en el mismo error y vislumbre multitudes donde solo hay contados y generosos no lo dudo— peones camineros.
Don Julián Barrio fue el último mirlo blanco del Seminario de Astorga —con todo respeto y cariño hacia él lo digo—, al que a pesar de todo muchos ‘desplumaron’ antes que fuera nombrado obispo auxiliar de Santiago. Para sustituirlo, allí llegamos un nuevo equipo de sacerdotes, nombrados por el obispo don Antonio.
Este nuevo equipo de formadores del Seminario Mayor, cayó como un jarro de agua fría entre algunos sacerdotes, aunque también despertó ciertas esperanzas y simpatías de otros. Como rector del Seminario Mayor, conviví, conocí, gocé y sufrí la actitud de algunos clérigos, así como de mis propios seminaristas mayores. Los recuerdo ayer, rebeldes por vocación, altaneros autodidactas, a veces subidos de tono, y hoy que los veo en puestos importantes de la Diócesis, no puedo dejar de sentir cierto rubor ajeno, porque nacidos para incendiarios, muy pronto se han dejado ‘desbravar’ y se han convertido en auténticos y dóciles bomberos en sus respectivos altos cargos diocesanos. «Se han tendido» ya en varias ocasiones —ellos mismos acuñaron el sarcástico dicho—, pero hoy ya están aterecidos por el aire frío de la paramera, del que algún día vomitaron tan solo pensando en respirarlo.
La inesperada muerte del obispo don Antonio fue el aldabonazo para poner en la picota a este ‘equipo incompetente’, esperar la venida del nuevo obispo y —de un escobazo violento—, dejarnos de patitas en la calle con la anuencia y maquiavelismo intrigante, aunque simplón, de alguno de los propios compañeros.
Fue un día, con más pena que gloria, por saber las razones —sin que el obispo nos las dijera—, cuando fuimos defenestrados para dejar el puesto a otros que prometían más fruto que nosotros. Duró poco el festejo diocesano, y en pocos años, se sucedieron en el Seminario cuatro rectores, incluido el propio obispo asturicense. Los resultados no fueron buenos y todos acabaron abandonando el birrete, menos el obispo que mantuvo intacto su solideo.
Hoy, sin tener nada que perder y sin prendas que me duelan, en alto lo digo, sigo queriendo, especialmente en las áreas rurales a sus gentes y a los verdaderos pastores de la diócesis de Astorga que las atienden, pero me duele la repetida, manida y por tanto ya no creíble actitud de una desleal —y tal vez dolosa— jerarquía al hablar de la futura atención pastoral que a las áreas rurales les espera.
Hace 30 años había en la Diócesis un número considerable de sacerdotes. Hoy quedan 135, pero ¿cuántos de ellos disponibles? La mayoría cargados de años, pueblos y achaques, para llevar a cabo una nueva (la enésima) agrupación, concentración, reestructuración que ahora intenta hacer don Juan Antonio.
Eran los años ochenta cuando ya oí hablar del tema. Adquirió fuerza en el inicio del siglo XXI, y hoy vuelve a presentarse como perentoria, urgente y a la desesperada. Si don Emilio en Ancares atiende ahora 12 pueblos, en un futuro cercano atenderá 15, o tal vez, años y salud, ya no le permitan atender ninguno. ¿Quién se pone en lista para recibir la herencia de medio siglo de soledad, generosidad y entrega en Ancares?
¡Seamos sinceros! La Iglesia católica tiene que encontrar otras alternativas para atender a sus fieles de las áreas rurales, porque en menos de 20 años el clero diocesano estará condenado al más bajo nivel sociológico de los peores tiempos de la Diócesis. ¿Serán la solución los diáconos, los sacerdotes casados? ¿Religiosas, laicas? ¿Sacerdotes venidos de África, América Latina?
No nos hagamos ascos quienes por siglos y en ocasiones con aire petulante y altanero fuimos allí a ‘convertir indios o negritos’. ¡No se me ocurre más!
Tal vez los obispos, que conocen mejor que yo el problema y que lo ven venir a pasos agigantados, tengan mejores soluciones que hinchar, abultar ante Roma la lista de seminaristas en las diócesis rurales. ¿Sabrá el papa Francisco los problemas reales de las diócesis rurales de España? ¿Qué espera la Iglesia católica —nos preguntamos muchos—, para ponerse al día y dejar de pensar —aunque lo calle—, que el naufragio sociológico clerical viene fraguándose por años? Bien seguro que también la gente de las áreas rurales tenga una palabra que decir, para tomarla muy en cuenta.
Sociológicamente, y de seguir así, el estamento clerical se va viendo abocado a las ciudades y sin futuro en las áreas rurales. ¡Que nadie se me enfade! Los números nunca mienten, ni siquiera lo hicieron en la boyante, pero burlada economía diocesana posterior al 2001.
La pérdida acelerada de sacerdotes nos lleva paulatina pero inexorablemente a un mínimo de lugares de culto abiertos cada domingo. Astorga sería el último reducto sagrado —muro de lamentaciones— de un final trágico o de un inicio valiente y gozoso si Roma y Astorga saben tomar el toro por los cuernos —la dura realidad, con sentido común—, y acometer una verdadera reforma del Semillero Vocacional Diocesano, en el sentido más amplio, abriendo así esperanzas de futuro que incluyan plenamente a la mujer de nuestro castigado y paciente mundo rural.
Señor obispo de Astorga, sin entrar en consideraciones teológicas, que no vienen al caso, le deseo mucha suerte en su arduo —humano y divino trabajo pastoral—, y espero que no se quede sin Ministros Servidores de la Palabra y los Sacramentos en las áreas rurales de la diócesis de Astorga. ¡Sería muy triste, lamentable, sin que me atreva a mencionar la palabra irreversible! Ojalá el contraste entre el complicado camino clerical y la triste realidad humana actual, pueda ser tratado como compatible, viable y acertado en los años venideros
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A LA FLOR DEL MANZANO


 


Albura de la flor que nos trajo la pascua


En tanto las campanas bolean Pentecostés


Hay fuego en las lenguas y llama en las miradas


Que el poeta ve lo que ni el ojo vio


Ni el oído oyó


Por esos no entienden los que tienen las orejas embotadas


Y son sopistas y mundialistas


Apoltronados detrás de su tornera


Para lanzar el dardo envenenado.


Que la flor de la manzana ciegue y confunda las flechas de su aljaba.


Presea de amor y fianza de la salvación


Sean estos tallos que el tronco brotó


En el milagro de cada primavera


Bello está el jardín


Y brota la hierba


Las lenguas de fuego maten la llama


Del veneno del ojo y la lengua que se esconde detrás de la tapia


Yo les digo que mi alma es blanca.


Ningun recoveco nnhún secreto.


I speak my mind


Y me visto del alba de esta flor de los sueños puros


Días de mayo


Canta el gallo en la quintana


El masto cuida el corral la cresta rojiza


Guardando su hembra


Y luego dirán que este gallo es un machista


Las lenguas del terrorismo feminista


Pues de maricón no tiene nada


El gallo de la quintana


Es él el amo de la baila


Indue mihi, domine ex alba vestimenta


Para que con corazón puro cante tus alabanzas


Y tenga a raya a las lenguas viciosas y malparadas


Esta flor corone las quimas


Y dentro de unos meses recogeré


Un escrinio repleto de manzanas

domingo, 1 de abril de 2018

SAN GENARIN

Los devotos de Genarín celebran su particular procesión en una noche calmada y sin ningún incidente


01/04/2018
  • MARCIANO PÉREZ - MARCIANO PÉREZ -
 
Ajena a la lluvia, la procesión de San Genarín se celebró con la particularidad de que no hubo que lamentar ningún tipo de incidente, en una noche calificada de tranquila por los efectivos de la Policía Local. El servicio de limpieza del Ayuntamiento de León se afanó desde las cinco de la mañana para retirar de las calles del centro histórico 27 metros cúbicos de desechos de las horas anteriores. Casi una treintena de personas integró el dispositivo que a las ocho de la mañana concluyó la limpieza de todo el itinerario por el que pasó la procesión de los Pasos en el Barrio Húmedo y las labores de baldeo se mantuvieron hasta mediodía para terminar de acondicionar toda la zona. Siete sopladores, tres barredores de acera, una de calzada y un camión de recogida fueron utilizados para esas tareas. De cara al próximo año, se baraja la posibilidad de volver a utilizar la plaza del Grano como lugar de encuentro para la celebración pagana de la Semana Santa.

la newgra sacamantecas dominicana en burgos tiro a su hija por la ventana. en almeria mató a fabrielillo el hijo de su pareja

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EL COLETAS CLAVAO

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PRIMERA COMUNION DE FRANCO

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HOY DIA DE LA VICTORIA HACE 78 AÑOS

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cierre del santo sepulcro

Protestas de líderes cristianos en la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén.